EL 2º CONGRESO DEL PUEBLO.
¿Nos están proponiendo borrar y empezar de nuevo?
Wladimir Turiansky.

Quienes participamos de la idea, la concreción, y la elaboración de los documentos, del histórico Congreso del Pueblo en el año 1965, nos proponíamos avanzar en la construcción de una alternativa de transformación revolucionaria del Uruguay, sustentada en la unidad y la organización del pueblo en torno a un programa, y con una estrategia además que nos permitiera pasar del plano de la organización social, primer escalón de conciencia, al plano de la organización política, segundo escalón, verdadero salto en calidad en ese proceso de desarrollo de la conciencia social.

No eran los tiempos de teorías, hoy en boga, acerca de la disyuntiva entre movimiento social y organización política, de la primacía de la una respecto de la otra, o la sustitución de una por otra. Por el contrario creíamos, ingenuos de nosotros, que la una ayudaba en la construcción de la otra, y que ambas constituirían, en tanto confluyeran, incluso en sus contradicciones, la fuerza motriz de la revolución.

¿Estábamos equivocados? ¿Fracasamos en el intento?. Me parece que ni hace falta formular esas preguntas, cuyas respuestas son tan obvias. La historia, los hechos, con su testarudez, nos lo muestran. Consecuencia de ese desarrollo de la conciencia social, del esfuerzo por hacer del programa patrimonio de las grandes masas, así como de la movilización y la lucha de los sectores populares, en 1971 alumbra el Frente Amplio que hoy, al cabo de tantos esfuerzos y de tanto sacrificio, es gobierno. Con él  comienza, entonces, una nueva etapa en el largo camino de la liberación nacional.

Excepcional momento pues, para construir, a partir de este 2º Congreso del Pueblo, esa necesaria confluencia social y política que dé solidez al proceso de cambios y posibilite su profundización.

Sin embargo tengo la impresión, y ojalá me equivoque y no haya entendido bien afirmaciones que se hacen en la convocatoria, tengo la impresión, repito, que los compañeros no han comprendido la enorme trascendencia que tendría para los intereses populares avanzar en el sentido antedicho. Parecería que para ellos sólo el pueblo organizado socialmente es “pueblo organizado”, cuando en este país, y desde 1971, y con el FA, el  “pueblo organizado” es también pueblo organizado políticamente.

Para peor, no sólo se prescinde de esta realidad, se la ignora, sino que pareciera como que se apunta a la contraposición entre gobierno y pueblo, identificando al pueblo, los “nosotros y nosotras”, exclusivamente como sus formas de organización social,, olvidando que los “nosotros y nosotras” estamos también organizados políticamente, y es con esta síntesis de organización social y política que hemos construido el FA y con él accedimos al gobierno. Se están olvidando los compañeros que todos, desde esos dos ámbitos, somos uno, que nuestras contradicciones no son antagónicas y que, por tanto, sólo se resuelven considerando el conjunto de intereses de todo ese conjunto que definimos como pueblo. Y que es con los viejos sectores dominantes y con su pensamiento, con quienes debemos disputar la hegemonía.

Caracterizar al gobierno como “un gobierno en disputa”, como un gobierno sometido a la influencia del pensamiento conservador, es a mi juicio, una injusticia difícil de asimilar. Para ello, no hay mas que ver el desenfreno de aquellos que hasta hoy usufructuaron a dos carrillos el privilegio del poder y nos dejaron un país sumido en la miseria y la desesperanza, y que hoy, con la complicidad de poderosos medios de difusión masiva puestos a su servicio, no vacilan en generar incertidumbres, y mas aún, apuntan a la desestabilización económica y social.

En fin, es una lástima. Una oportunidad perdida. Es como si nos convidaran a borrar y empezar de nuevo.
Pero bueno. Para no alargar esto en demasía, y clarificar mejor mi pensamiento, me permito, para terminar, introducir un texto escrito hace casi 10 años. No le quito, hoy, ni una coma.

“1) Si algo caracteriza este medio siglo de luchas sociales protagonizadas por el pueblo uruguayo, lo es la construcción de la unidad, así como la configuración de un programa y un estilo de organización. Dos vertientes ha tenido ese proceso: por un lado, la unidad en el plano social, con un eje, la unidad sindical de los trabajadores; por otro lado, la unidad en el plano político, con el Frente Amplio y la promisoria perspectiva abierta hoy por el Encuentro Progresista

.2) Este proceso de unidad se ha sustentado en la elaboración de un programa, que, enunciado como Programa de Soluciones a la Crisis en el Congreso del Pueblo realizado en 1965, fue definido como Programa nacional, popular y democrático, en la formulación que finalmente adquiriera en la hora del Frente Amplio en 1971, y que sigue teniendo ese contenido aún con las modificaciones y ajustes impuestos por las nuevas realidades del Uruguay y del mundo.

3) A la par de la construcción de la unidad y la elaboración programática, se fue profundizando el ejercicio de una auténtica democracia, que sólo lo es cuando descansa en la participación y el protagonismo de las masas. La práctica sindical, el desarrollo de las más diversas formas de organización social, comunal, cooperaria y cultural, y la experiencia política de los comités de base frenteamplistas, fueron generando un estilo al que los uruguayos no debemos renunciar.

4) Así como el programa puede hoy indistintamente asumirse tanto en el plano de la actividad social como en el plano de la actividad política, un día también habrán
de confluir en un sólo cauce las dos vertientes, social y política, de la unidad. Cuando esto ocurra, viviremos un verdadero salto cualitativo, y las fuerzas del pueblo serán inmensas. Trabajar en esa perspectiva parece ser la mejor forma de prepararnos a recibir el siglo XXI.

5) Pero para que esa perspectiva sea tal, es vital cuidar lo ya construido, defender la unidad ya lograda, los avances programáticos ya alcanzados, el estilo de democracia participativa ya adquirido. Sólo así, podremos aspirar, razonablemente, a construir en este siglo que va a comenzar,  esa patria solidaria que es consustancial al proyecto artiguista de país”.  

(De Uruguay desde la izquierda” – 1998 – W.T. – Editorial Cal y Canto).