Sentimos la obligación de manifestar nuestro ferviente apoyo a las medidas tomadas por el gobierno argentino, como uruguayos y latinoamericanos, nos sentimos orgullosos de ver, una vez más levantada la bandera de la soberanía, la independencia, la justicia, en defensa de los recursos de nuestros pueblos, avasallados por los distintos poderes imperiales, durante siglos.

Igualmente, sentimos la obligación de denunciar  la pretensión del "Gran Capital", de las grandes potencias, de seguir expoliando nuestras riquezas, junto a sus socios menores, compatriotas que confunden "la nación" con sus bolsillos. Aquellos "malos europeos y peores americanos", como los llamara ese gran héroe, oriental, federal y americano, que fuera don José Gervasio Artigas.

Mientras el mundo "serio" de "los mercados", "las finanzas", las clases dominantes de todos los países, condenan este acto de soberanía, ven  consternados, que este acto pueda demostrar que no es cierta su prédica:  lo único posible es una política entreguista, regida por los mercados, los banqueros, las calificadoras de riesgo, que lo único que tiene de certero es el mantenimiento de sus privilegios.

Es necesaria la mayor solidaridad con el pueblo y gobierno argentino en esta instancia en que se juegan principios fundamentales en defensa de la soberanía. En la perspectiva de fortalecer las posiciones contra el gran capital nacional-internacional, por la profundización democrática y la participación popular en los procesos de liberación en Nuestra América.

En aras de ese objetivo publicamos el proyecto de ley y estos artículos, que puedan ayudar a la comprensión del momento.
20/04/2012
www.quehacer.com.uy
Ruben López

La nacionalización de YPF y la trompa del elefante. Carlos Parker. Ex embajador
19 de Abril de 2012

www.elmostrador.cl

Hasta muy poco antes del anuncio que formalizó la decisión del gobierno argentino de proceder a la nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) los rumores contradictorios se habían apoderado del mercado argentino y desde allí, se habían movido amplificados al mercado internacional de los hidrocarburos. Incluso hasta la misma mañana en que Cristina Fernández hiciera el anuncio con que todas las dudas quedaron disipadas, diversos medios de prensa, incluso chilenos, habían dado como un hecho que las negociaciones entre Repsol y el gobierno argentino habían vuelto al cauce de la negociación, luego de semanas de enfrentamientos verbales y amenazas abiertas y veladas de una y otra parte. En medio de este clima, según se afirma, el propio Rey de España había llamado a Cristina Fernández, quizás desde el corazón de África, para hacerle saber de sus inquietudes ante los trascendidos que hablaban de una inminente nacionalización de los activos de la transnacional española en YPF.

Incluso Antonio Brufau, Presidente de Repsol, pese a intentar infructuosamente entrevistarse con la presidenta argentina y con su ministro de planificación, poco antes había adelantado su optimismo al declarar que “siempre hay que hablar y no imponer ni discursear”, mostrándose partidario de “negociar en los despachos”. Es probable que Drufau en medio de los ajetreos, haya tenido en mente la experiencia de Repsol-Petrobrás con ocasión de la nacionalización de los hidrocarburos implementada por Evo Morales en Bolivia. Para entonces, como se sabe, hubo marchas y contramarchas, presiones y amenazas y más de alguien como ahora puso el grito en el cielo, pero al final los contendores pactaron y la sangre no llegó al río.

 Si nuestro propio país se viera colocado ante la posibilidad de enmendar lo obrado en cuanto a los procesos privatizadores de servicios esenciales como el agua, la electricidad, la telefonía y el gas, eso sin mencionar a las Isapres y las AFP, a juzgar por el desempeño de las empresas que hoy gestionan estos servicios ya se sabe cómo, nadie de buena fe podría escandalizarse.

Por lo que hoy sabemos, parece que hacía un buen rato que la decisión de nacionalizar YPF estaba tomada y que todos los elementos de juicio que avalan la decisión ya estaban puestos sobre la mesa. En la forma y contenido en que la propia presidenta Fernández los expresara con toda elocuencia en su comparecencia pública.

Fernández, apoyada por un power point, explicó de que manera YPF en la última década y bajo el control de Repsol, había experimentado una vertiginosa caída de su producción y, como consecuencia de la reducción de las inversiones, visto además reducida sus reservas en un 50%. Pese a todo lo cual, la empresa controladora se las había ingeniado para duplicar las ventas vía aumento de precios, cuyos beneficios, evidentemente, habían sido sacados del país. Todo aquello había ocurrido precisamente en momentos en que Argentina, a falta de producción propia, se había visto obligada a importar ingentes volúmenes de combustible para su creciente consumo interno.

Todo este cuadro, según Fernández, es demostrativo de que el accionar de Repsol al mando de YPF como accionista mayoritario había estado siendo contradictorio con los intereses de Argentina, comprometiendo consecuentemente la soberanía energética del país. En otras palabras, se sindica a la gestión de Repsol como la responsable de convertir a Argentina en importador neto de energía, en circunstancias que hasta hace pocas décadas el país era autosuficiente e incluso exportador de excedentes energéticos.

El gobierno español ha condenado la nacionalización de YPF de modo rotundo, anunciado “medidas claras y contundentes” e interpretado la medida como un gesto de hostilidad contra España y el gobierno de España. Se habla de “expoliación”, de medida arbitraria y dañina que conlleva “una ruptura de una relación de amistad y cordialidad”. Repsol, por su parte, ha calificado la decisión argentina como ilícita y discriminatoria y anunciado medidas legales de resistencia.

Las autoridades españolas parecen estar resueltas a buscar implementar medidas de retaliación con el apoyo de la UE y otros aliados que conforman el coro de los que hoy parecen escandalizados con la decisión argentina. España tiene esperanzas en lo que pueda obrar el Consejo Europeo, sin considerar que en verdad es bien poco lo que puede hacer Bruselas frente a este conflicto, puesto que carece de de un marco jurídico facultativo y de instrumentos para hacerse parte en caso de alguno de sus socios se vea afectado en materia de inversiones. Por lo mismo, si la UE llega a tomar alguna iniciativa, esta tendrá que ver con la esfera diplomática, las cuales pueden ser eficientes o resultar enteramente simbólicas e inocuas.

Se trata, en efecto, de una cuestión de carácter estrictamente bilateral entre España y Argentina, la cual podría encontrar su espacio de tratamiento en el marco del Tratado de Protección de Inversiones vigente entre ambos países. En este sentido, lo más probable es que el diferendo quede localizado en el marco de la OMC, órgano que efectivamente posee competencias en este tipo de litigios, por lo que probablemente la cuestión sea ventilada en el CIADI, el Centro Internacional sobre Diferencias Relativas a Inversiones. Pero en todo caso, lo que queda subsistente es que de lo que aquí se trata, es de una decisión política de carácter soberano, la que por lo mismo, no parece susceptible de recursos burocráticos.

Hay quienes como el Presidente Calderón de México ha estimado que la medida argentina es “poco responsable y poco racional”, además de claramente violatoria de acuerdos y tratados, la que por demás, según a profetizado “no lleva a nada”. Y tal parece que también en Chile se están adelantando opiniones críticas de semejante contenido, las que hablan de la medida como un acto de populismo, más destinado a satisfacer cálculos coyunturales de política interna que definiciones estratégicas, del tipo del que el gobierno argentino declara perseguir.

La propia presidenta argentina se encargó de recordarnos que la abrumadora mayoría de países productores de hidrocarburos, incluso aquellos muy libremercadistas, entre ellos el mismísimo Chile, se reservan para si el 100% de la propiedad de las empresas, en la forma de industrias de carácter estatal. Ello, sin perjuicio que en ocasiones y en materia de prospección y explotación, se asocien con empresas privadas con objetivos precisos y acotados, como es el caso de Argelia, Arabia Saudita, Irán, Qatar, Kuwait, Venezuela, Ecuador, Perú, entre muchos otros.

A la luz de las razones conocidas, y teniendo en cuenta la importancia crucial de las cuestiones energéticas en general, resulta comprensible y plausible que Argentina haya resuelto tomar el control sobre una actividad que reconoce como estratégica para su propio desarrollo. Del mismo modo que nuestro propio país, en su oportunidad y por razones idénticas, resolvió nacionalizar el cobre.

En ese sentido, no parece razonable argumentar para criticar la medida, el que también correspondiera a una decisión soberana privatizar YPF en 1992, bajo un escenario político, económico e ideológico nacional e internacional totalmente distinto.

Reconocer los errores y querer enmendarlos, leer correctamente los cambios de escenarios, es lo que se espera de políticos inteligentes. Sin ir más lejos, si nuestro propio país se viera colocado ante la posibilidad de enmendar lo obrado en cuanto a los procesos privatizadores de servicios esenciales como el agua, la electricidad, la telefonía y el gas, eso sin mencionar a las Isapres y las AFP, a juzgar por el desempeño de las empresas que hoy gestionan estos servicios ya se sabe cómo, nadie de buena fe podría escandalizarse.

Que los españoles reaccionen, que los mexicanos hagan lo suyo, sobre todo teniendo en cuenta que PEMEX posee el 19% de Repsol, es algo fácil de comprender.

No lo sería, sin embargo, que Chile y bajo cualquier excusa, tomara partido al lado de España y consecuentemente, dejara de reconocer y de respetar en toda su extensión el derecho soberano e inalienable que le asiste al Estado argentino y a sus autoridades, para disponer de sus propios recursos naturales. Para poner su explotación al servicio del desarrollo nacional, y para que sus beneficios dejen de servir de fuente inagotable de enriquecimiento de corporaciones transnacionales.

La presidenta Fernández, con fina ironía, comparó la gráfica de la curva decreciente de las inversiones de Repsol y la consecuente pérdida de reservas petrolíferas y gasíferas argentinas con la trompa de un elefante. Suponemos que cuando propuso esa imagen, estaba pensando en el paquidermo yaciente en una localidad africana, presumiblemente muerto a manos del mismísimo monarca español. Para escarnio y vergüenza de la ONG protectora de la fauna cuya presidencia don Juan Carlos ejerce con poco entusiasmo y menos consecuencia.

No sea que la vertiginosidad declinante de esa trompa de elefante llegue a ilustrar también la curva decreciente de nuestra amistad, hermandad y relación estratégica con la República Argentina. Respeto, comprensión, consideración y, solidaridad frente a los ataques desmedidos, si cabe, es lo que debemos ofrecer a nuestros vecinos en esta coyuntura. Cualquier otra actitud oportunista y cortoplacista, jamás redundará en nuestro beneficio, pues sobre aquel tipo de conductas, hay evidencia histórica rotunda e indesmentible que deben hacernos sacar las conclusiones del caso.http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/04/19/la-nacionalizacion-de-ypf-y-la-trompa-del-elefante/?utm_source=rss&utm_medium=feed&utm_campaign=RSS
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Nacionalización de YPF - El proyecto de ley completo 

YPF – Argentina: Axel Kicillof, en el Senado de la Nación