Frente Amplio
Intervención de Tabaré en la CAC (Cámara de Comercio Argentina)
Estimados amigos y amigas:
En primer lugar permítanme expresar nuestras felicitaciones a la Cámara de Comercio Argentino/Uruguayo por emprender esta iniciativa y nuestro agradecimiento por invitarnos a participar en la misma.
Cruzamos el río que une a nuestros países y llegamos a Buenos Aires convencidos de la importancia de esta reunión, confiados en su potencialidad y comprometidos a proyectarla en acciones concretas para el beneficio común.
Si uso la primera persona del plural es porque estoy hablando en nombre de una fuerza política con la cual hoy se identifica casi la mitad de la ciudadanía uruguaya.
Y además estoy expresándoles el reconocimiento de quienes me acompañan en esta ocasión:
- Rodolfo Nin Novoa; técnico agropecuario, Senador de la República y candidato de nuestra Nueva Mayoría a la Vice Presidencia de la República en las elecciones a realizarse en octubre próximo.
- Jorge Brovetto; ingeniero químico, ex Decano de la Facultad de Química y ex Rector de la Universidad de la República, Vicepresidente del Frente Amplio, coalición que integra la Nueva Mayoría.
- Héctor Lescano; médico veterinario y Presidente de la Comisión de Programa de la Nueva Mayoría.
- Walter Cancela; economista, Director del Instituto de Economía de la Universidad de la República e integrante la Unidad de Macroeconomía de nuestra Comisión de Programa.
Amigos y amigas:
El mundo ha experimentado cambios formidables en los últimos años.
La globalización económica, la revolución tecnológica, la sociedad de la información y el conocimiento, las nuevas formas y sectores de la producción, las alteraciones de la estructura social, etc, exigen planteamientos nuevos que puedan ofrecer hoy respuestas de futuro.
Porque el futuro no está predeterminado ni es ineluctable, sino que es una construcción humana.
Para esa construcción no basta con prolongar inercialmente el pasado y el presente. Sin renunciar al pasado ni ignorar el presente, el futuro exige cambios.
Cambios auténticos; cambios responsables; cambios entre todos porque los cambios cuando son auténticos y responsables involucran a todos; cambios con sentido de la realidad pero también con sentido de nación en términos de corto, mediano y largo plazo.
Las elecciones nacionales a realizarse el próximo 31 de octubre serán una instancia decisiva entre ese Uruguay cansino, solitario, anclado en su propio pasado y resignado al futuro que presentan como inexorable sus actuales gobernantes y el proyecto de desarrollo productivo y sostenible que nosotros impulsamos como estrategia de país.
Una estrategia de país sistematizada en cinco grandes áreas que pueden ser tituladas de la siguiente manera:
- El Uruguay social; porque la mayor riqueza de un país es su propia gente y en el nuestro aproximadamente un tercio de su población vive en condiciones de pobreza y desamparo social.
- El Uruguay productivo; porque para emprender la senda de un desarrollo sostenible Uruguay necesita reorganizar su economía, mejorar su Estado, establecer reglas de juego claras entre éste y el mercado, recalificar el valor del trabajo, generar empleo, producir, competir y vender.
- El Uruguay inteligente; porque para producir, competir y vender en el mundo actual hay que apostar a la educación, a la investigación científica, al avance tecnológico.
- El Uruguay democrático, porque nosotros creemos en la sociedad. No ignoramos su complejidad ni sus conflictos, pero no los dramatizamos sino que apuntamos a gestionarlos de forma tal que nadie tenga que renunciar a ser lo que es pero entre todos articulemos un futuro común. Tal es, al fin y al cabo, la razón de la política y la responsabilidad de los gobiernos.
- El Uruguay integrado a la región y al mundo, porque ningún país –y menos aún uno como el nuestro- puede darse el lujo de la soledad. Tampoco ignoramos la complejidad de los procesos de integración, pero asumimos la integración regional como una verdadera estrategia de país.
Estas son, esquemáticamente enunciadas, las cinco grandes dimensiones de nuestra propuesta.
Y si ustedes me preguntaran cuál es el común denominador de las mismas no titubearía en responderles: el trabajo.
El trabajo como valor social, pero también como ética de vida.
El trabajo que genera prosperidad, pero que también genera confianza, transparencia, seguridad y solidaridad.
Amigas y amigos:
Cada uno de los titulares que he enunciado abarca una serie de propuestas que es imposible abordar en el tiempo limitado de esta reunión.
Por lo tanto, y aún a riesgo de que esta exposición resulte un tanto parcial y fragmentaria, permítanme hacer algunas consideraciones y puntualizaciones que estimo importante compartir con ustedes.
En primer lugar, que esta estrategia de país es -valga la redundancia- una estrategia de país. Creo que es pertinente señalarlo pues, atrapados siempre en las urgencias de las cuales ellos mismos en buena medida han sido responsables, los sucesivos gobiernos uruguayos se han mostrado incapaces de cumplir esa responsabilidad básica de cualquier gobierno que es anticiparse al futuro. Han administrado crisis, pero no han construido nación.
Para construir nación se necesita, al mismo tiempo que operar sobre lo inmediato, pensar y actuar estratégicamente. El futuro no solamente debe ser construido, también puede ser gobernado.
En segundo término, que las pautas de esta estrategia están, sin duda, impregnadas de los valores y principios que caracterizan a nuestra fuerza política; pero también son producto de un proceso de diálogo con distintos sectores de la sociedad uruguaya.
Un proceso que por cierto no es idílico pero que todos estamos transitando sobre bases de mutuo respeto, lealtad institucional, responsabilidad política y compromiso de país.
La tercera consideración que quiero compartir con ustedes está referida a ese “Uruguay productivo” mencionado hace un momento y se resume en una sola palabra: confianza.
La clave de cualquier visión de futuro, de cualquier proyecto de desarrollo, es la confianza.
La gravísima crisis que castiga a nuestra sociedad y cuyas consecuencias, desgraciadamente, no será fácil remontar, tuvo como componente fundamental un severo déficit de confianza.
Pérdida de confianza en el proyecto nacional de la inmensa mayoría de la sociedad, de los agentes económicos, de los inversores, de los empresarios, pero en definitiva de todos nosotros, los que componemos el cuerpo vivo del país.
La pérdida de confianza no es un problema técnico, no se resuelve por decreto, ni únicamente con medidas económicas, ni de la noche a la mañana.
Recuperar la confianza requiere un esfuerzo sostenido e integral que nosotros nos comprometemos a llevar adelante.
No somos infalibles, pero podemos y queremos ofrecer certezas que generan confianza:
- Certeza, ya lo vimos, de una estrategia de país que involucra al conjunto de la sociedad uruguaya
- Certeza del estricto cumplimiento del Estado de derecho así como de los contratos y las obligaciones asumidas por el país.
- Certeza de un gobierno que no renunciará a ninguna de sus responsabilidades y competencias, pero que tampoco invadirá responsabilidades y competencias ajenas.
- Certeza de reglas de juego claras para todos.
- Certeza de un gobierno que, contrariamente a lo que hoy sucede, respetará a la oposición y dialogará con la sociedad en la búsqueda de un auténtico compromiso ciudadano por el desarrollo productivo sostenible del Uruguay
- Certeza de sensibilidad, transparencia y eficiencia en la gestión del Estado
Amigos y amigas:
La mayoría de ustedes son inversores y empresarios en Uruguay.
Como tales, es lógico que sigan con atención lo que sucede o puede suceder en nuestro país.
También es lógico que quieran conocer las líneas que pautan la propuesta económica de una fuerza política que tiene serias chances de asumir la responsabilidad del gobierno nacional a partir del próximo primero de marzo.
Y es plausible que las quieran conocer “de primera mano”, sin intermediación alguna.
De estar en el lugar de ustedes, nosotros tendríamos idéntica inquietud y actitud.
Permítanme entonces decirles esquemáticamente lo siguiente:
Creemos que las dificultades económicas actuales del Uruguay obedecen a una combinación de circunstancias externas adversas (entre ellas la devaluación brasileña, la crisis argentina y la caída de los commodities) y de flagrantes desaciertos por parte de sucesivos gobiernos nacionales tales como la expansión fiscal durante el año electoral de 1999, el mantenimiento de un déficit fiscal elevado, la demora en procesar un ajuste del tipo de cambio o la incapacidad para detener la corrida bancaria durante el primer semestre del 2002.
Todo ello en un marco de importantes fragilidades estructurales tales como la creciente dolarización de la economía, la ausencia de redes de seguridad en el sistema bancario y la también persistente disfuncionalidad entre el crecimiento del gasto público y su reducido impacto en la productividad
Creemos también que cierta recuperación de la economía observada en los últimos meses es consecuencia de un contexto externo más favorable (estabilización financiera y de precios en Brasil, recuperación en Argentina, mejores precios de los commodities, apreciación del euro) y de decisiones que el gobierno adoptó siempre urgido por circunstancias que debió haber previsto y pudo haber gestionado mejor).
Durante el 2003 el Producto Bruto alcanzó el nivel que presentaba a fines del 2001 principalmente por la expansión de exportaciones y la acumulación de stocks, el tipo de cambio se equilibró, el canje alivió la presión de pagos de una deuda pública bruta que equivale al 110% del PBI y la tasa de desempleo bajó a un todavía elevado 14%, pero la recuperación de la economía uruguaya aún es lenta y vulnerable.
Nosotros no desconocemos los avances que se vienen procesando. ¡Cómo los vamos a desconocer si tales avances son producto del esfuerzo responsable de distintos sectores de la sociedad uruguaya y de medidas que nosotros aún desde la oposición hemos apoyado!!
Pero no nos conformamos con que las cosas vuelvan a su lugar para que todo siga igual que antes.
Creemos que esta reactivación, aún desde su fragilidad, implica una inexcusable oportunidad para encarar una estrategia de desarrollo productivo sostenible en el Uruguay.
Queremos una economía para un Uruguay que crezca sostenidamente y que sea capaz de ofrecerle oportunidades reales a la gente; una economía que recalifique al trabajo como valor social y que genere empleo, porque la mejor política social y la mejor estrategia de desarrollo es aquella que genera empleo;
una economía para un país moderno, innovador, productivo y competitivo a escala internacional.
Ello exige, entre otras líneas de acción, algunas que me interesa subrayar en esta ocasión.
1. Políticas macroeconómicas consistentes y orientadas a asegurar, en trayectoria, los equilibrios fundamentales (externo, monetario y fiscal).
La estabilidad es imprescindible, entre otras cosas, para atraer la inversión extranjera por cierto necesaria en una estrategia desarrollo productivo.
También es importante algo que hace pocas semanas expresó el Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo en el marco de un seminario sobre coyuntura económica nacional y regional organizado por la Facultad de Ciencias Económicas en la cual él mismo fue alumno y docente.
En esa oportunidad el Contador Enrique Iglesias dijo que nuestros países han avanzado en materia de gestión macroeconómica pero que ésta “.... ha de tener algo más que estabilidad, tiene que ayudar a reducir las vulnerabilidades, especialmente en materia de ahorro y exportaciones, tiene que ayudar a poder identificar en los países programas anticíclicos, y tiene que tener vocación social .... Hay que refocalizar el gasto social porque uno de los puntales fundamentales que hay hoy en día en América Latina respecto del desencanto es que no llegan a la gente los procesos de cambio; las estadísticas globales no permean a ciertos sectores de la sociedad, y eso es lo que hace que la gente sienta el descontento ...”. [i] [1]
(Perdonen si la cita resultó extensa, pero estimé importante compartirla con ustedes).
2. En estrecha relación con lo anterior está el manejo de la deuda pública cuyo servicio hasta el año 2010, según información del Banco Central de Uruguay a setiembre de 2003, asciende a un total de 9.342 millones de dólares, de los cuales 6.670 millones corresponden al próximo período de gobierno.
Es una pesada carga.
Pero aún así no pueden haber dudas: en las actuales circunstancias y en las condiciones previstas de crecimiento, si nos corresponde ejercer las responsabilidades del gobierno nacional, por una razón de elemental continuidad institucional cumpliremos las obligaciones contraídas por anteriores administraciones.
Creemos posible –no fácil, pero posible- compatibilizar la reputación de buen pagador que el país ha forjando gracias al esfuerzo de varias generaciones de uruguayos, con las condiciones de vida digna a las que tienen derecho nuestros compatriotas no por ser uruguayos, sino por ser seres humanos.
3. Una política de auténtica reforma del Estado en el marco de un nueva estrategia de desarrollo productivo sostenible. No se trata de más o menos Estado, sino de un Estado más dinámico, calificado, inclusivo, vigoroso y eficiente tanto en la resolución de los problemas como en la asignación de recursos, prestación de los servicios públicos y creativo en la generación de oportunidades
Un Estado proactivo ante los retos del futuro y capaz de articular al resto de los agentes económicos no es incompatible con un mercado comprometido con la sociedad.
Y aún a riesgo de resultar reiterativo cito otro pasaje de la mencionada conferencia del Contador Enrique Iglesias en Montevideo: “....Yo no discuto el tamaño del Estado; ése es un problema de segunda importancia. Lo más importante es que tenga esas características de Estado regulador, habilitador y compensador y que al mismo tiempo evite ser ineficiente o impune ...”. [ii] [2]
4. Un diseño institucional adecuado para lograr un funcionamiento más eficiente de los mercados. La regulación debe establecer reglas de juego claras, enfocadas a preservar los intereses de los consumidores y respetar debidamente los derechos de propiedad.
Y ese diseño ha de concretarse rápidamente. Sin precipitaciones, pero rápidamente.
5. Políticas públicas orientadas a mejorar la tasa de expansión de largo plazo de la economía. Las políticas públicas deberán procurar incrementar el ahorro (privado y público) y la inversión.
Téngase en cuenta que en Uruguay el gasto público es muy elevado en relación al PBI y que una mejora en la calidad del dicho gasto permitirá un mayor ahorro público.
Para el aumento de la inversión puede procurarse vías tales como políticas proactivas, pragmáticas y transparentes para atraer inversiones extranjeras, y la mejora del diseño institucional orientado a defender el interés general.
6. Dotar al sistema tributario de mayor eficiencia y equidad. La política tributaria deberá operar como un instrumento eficaz de recaudación y, simultáneamente, estimular la actividad productiva del país y el empleo.
La cuestión no es recaudar más sino recaudar mejor, por eso promovemos un sistema tributario comprensible (es decir, que la gente conozca las razones que lo justifican), sencillo, eficiente, equitativo y eficaz.
Reitero: no aumentaremos la presión fiscal, sino que la redistribuiremos según criterios de racionalidad, equidad y eficiencia.
7. Políticas de especialización y complementariedad productiva que superando falsos antagonismos tales como “Uruguay Natural o Uruguay Tecnológico”, promuevan sectores estratégicos tales como el agropecuario, la biotecnología, las tecnologías de la información y comunicación, las industrias culturales y el turismo.
8. Una fuerte apuesta a la integración regional. Ya lo dijimos anteriormente: el sueño del “Uruguay solitario” y la fantasía de ser “una linda casa en un mal vecindario” no fueron más que un sueño y una fantasía.
La realidad es otra e indica que lo que afecta nuestra soberanía no es la integración sino el aislamiento, lo que nos debilita no es marchar juntos sino quedarnos solos.
En nuestra estrategia de país la integración regional sobre bases de igualdad institucional, complementariedad productiva y -valga la redundancia- integración de los pueblos, es un mandato de la historia y un desafío del porvenir.
En tal sentido, aspiramos a un MERCOSUR capaz de superar contingencias tales como la crisis energética que hoy tanto nos limita, pero también aspiramos a un MERCOSUR capaz de sembrar y cosechar el futuro que nuestras sociedades buscan y merecen.
Amigas y amigos:
No pretendo con esta ya un tanto extensa exposición haber dilucidado todas las interrogantes que ustedes pueden tener.
Apenas si he intentado trazar algunas de las principales líneas de nuestras esperanzas y de nuestros compromisos, pues al fin y al cabo una estrategia de país una estrategia de país es eso: una visión compartida del futuro con sentido de realidad.
Gustosamente responderemos preguntas que ustedes quieran formular ahora o reeditaremos en un futuro próximo encuentros como éste u otras instancias de trabajo.
Amigas y amigos:
Inicié esta intervención diciendo que el futuro no se construye prolongando inercialmente el pasado y el presente y que esa construcción requiere sentido de la realidad y voluntad de cambios.
La finalizo diciéndoles además que en esa construcción no hay clonaciones, atajos ni milagros.
No desconocemos ni descalificamos otras experiencias, pero nuestra estrategia de país será uruguaya o sencillamente no podrá ser.
No ignoramos las necesidades y las expectativas existentes, pero sería éticamente reprobable y políticamente irresponsable hacer de esta etapa pre electoral una feria de promesas.
No hemos venido aquí a venderles el paraíso; hemos venido a decirles que al otro lado del Río de la Plata hay un país que quiere echar a andar, que allí hay mucho por hacer y que ustedes tienen un lugar en esa tarea.
Hemos venido a ofrecerles un privilegio, un solo privilegio: el privilegio de trabajar junto a nosotros por un país en el que ustedes no son extranjeros; el privilegio de trabajar juntos, argentinos y uruguayos, para hacer realidad el sueño de nuestros héroes fundacionales.
Muchas gracias.
[i] [1] Conferencia de Enrique Iglesias en las VI Jornadas sobre coyuntura económica nacional y regional. Montevideo, Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, 16 de abril de 2004.