En estos capítulos del QueHacer intentamos cumplir con el objetivo que nos propusimos al emprender esta tarea, hace ya unos cuantos años. (Presentación)
En recientes polémicas sobre los procesos progresistas latinoamericanos y especialmente sobre el uruguayo, hemos encontrado la negativa -en algunos compañeros- a “revolver la historia” de los años 60 y 70 del siglo pasado con el argumento: fuimos derrotados todos, todos nos equivocamos, por tanto lo mejor es mirar al futuro y no desgastarse en polémicas.
No estoy para nada de acuerdo, más, tengo la convicción que es un profundo error.
Para expresarlo mejor, rescato conceptos de Lenin:
“La actitud de un partido político ante sus errores es una de las pruebas más importantes y más fieles de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos: esto es lo que caracteriza a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento de sus deberes, esto es educar e instruir a la clase, primero, y, después, a las masas.”
“ De la política y de los partidos se puede decir — con las variantes correspondientes — lo mismo que de los individuos. No es inteligente quien no comete errores. Hombres que no cometan errores, no los hay ni puede haberlos. Inteligente es quien comete errores que no son muy graves y sabe corregirlos bien y pronto. “ (Lenin. Enfermedad Infantil del izquierdismo en el Comunismo)
“La experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo. ¡Lo que hace falta es querer formar en uno mismo las cualidades necesarias! ¡Lo que hace falta es tener conciencia de los defectos, cosa que en la labor revolucionaria equivale a subsanarlos en más de la mitad!”
La digresión viene a cuento, pues nuestro objetivo es el rescate de la rica experiencia de la clase obrera y el pueblo uruguayo, que entre 1955 y 1973 forjó su unidad y contribuyó al desarrollo del período histórico posterior.
Si fuera para cubrir vanidades, ocultar o resaltar defectos, no tendría sentido gastar un minuto, pero si es pereza mental o simplemente evitar la polémica, no es válido el argumento.
Parece más acertado seguir el consejo de Lenin: “Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos..”
La derecha con sus “dos demonios” y desde la izquierda queriendo ignorar la lucha popular de masas que trató de enfrentar (y entender) la crisis que le caía encima, decadencia y muerte del viejo Uruguay.
No fue un proceso terminado en una derrota, de la cual no fuera posible levantarse, perdimos y ganamos batallas. Las pruebas están a la vista (2020), el FA fue gobierno por 15 años y luego lo perdió. Es el mismo proceso histórico, en deuda con los libertadores de la primera independencia. La Oligarquía, el Imperialismo, la clase dominante, ha cambiado, pero es en esencia la misma, basta ver la situación de amplias masas en la pobreza, la miseria, la exclusión social, como hace 50, 100 ó 200 años, que son distintas, sólo que ahora son más y más explotados.
No comenzamos de cero, tenemos toda una experiencia nacional, regional y mundial. El temor a revivirla, rememorarla, criticarla, no debe impedir “tener conciencia de los defectos” y contribuir al proceso revolucionario, que no puede ser otro que arrebatar a la clase dominante su poder: el monopolio sobre la propiedad de los medios de producción.
Hacer conocer nuestras ideas, por nuestros propios dichos, los hechos que protagonizamos, no por lo que otros dicen que fuimos, dijimos, hicimos.
Renovamos hoy aquella tarea, de revisar esa historia, reconocer errores y aciertos, de polemizar -no para encontrar culpables, sino para comprender y aprender- como único camino para el avance de nuestros pueblos, enfrentado nuevamente a difíciles momentos.
Se agudiza la crisis del capitalismo en el mundo, hay avances de la ultraderecha, pero también oportunidades para el avance de la clase obrera y el pueblo.
Sin el análisis crítico de las experiencias, sólo habrá oportunidad para el espontaneísmo, la confusión, masas desesperadas optando por el fascismo, sin ideas, sin estrategia, sin organización, permitirán el triunfo del gran capital.
Uno de los aprendizajes, que nos brinda la experiencia reciente, es que las decisiones sean tomadas por las masas, en base al conocimiento, la experiencia, la discusión colectiva, con la mayor participación, organizada y conciente.
La Unidad de la Clase Obrera y el Pueblo. Eje de una concepción revolucionaria
Una concepción para la revolución uruguaya y latinoamericana.
La unidad, un concepto estratégico.
El proceso histórico uruguayo se caracteriza en la segunda mitad del siglo XX por la lucha por la unidad.
La unidad obrera y de la izquierda, fue fruto de la lucha, de la acción común de la clase obrera y el pueblo, en la calle. Fue la experiencia viva de millones de orientales en la lucha, lucha concreta de todos los días y contra todas las adversidades.
Hay dos hechos, que podemos señalar, a mitad de los cincuenta, uno estructural y universal, el otro coyuntural y local que van a permitir, condiciones objetivas por un lado y subjetivas por el otro, para el proceso de acumulación de fuerzas de los sectores populares.
Los 30 años dorados del capitalismo en los países centrales (USA, Europa y Japón), 1945-1975, tienen su otra cara en el llamado tercer mundo, que se hunde en la crisis. Tras el fin de la guerra de Corea, la recuperación de los países centrales de la guerra, la caída de los precios de las materia primas, la competencia de los productos industriales del primer mundo, finalizado el período de sustitución de importaciones, agudizan los problemas estructurales.
Primer hecho, entonces, crisis económica y social producto de las contradicciones del sistema, en Uruguay inflación, fin del período neo batllista, caída del nivel de vida de lo sectores populares.
Segundo hecho, la crisis que vive el Partido Comunista de Uruguay, se resuelve con un cambio profundo. La determinación conciente y consecuente con una estrategia para la unidad de la clase obrera y el pueblo. Y se expresa:
"La tarea central del Partido en estas condiciones, es hallar las vías concretas para unir a las grandes masas, aún dispersas, y encauzadas por los distintos senderos de su propia lucha, hacia el gran caudal del Frente Democrático de Liberación Nacional" (Informe al XVI Congreso, PCU, 30 de setiembre de 1955).
Maduran, entonces las condiciones para la lucha de masas, la toma de conciencia, la unidad del pueblo. Condiciones objetivas en un país y un continente que ingresa a una grave crisis económica y social, y un Partido con una clara estrategia, de cara a las masas que ven desesperadas y desesperanzadas como se diluye el “país de las vacas gordas”.
Junto a la agudización de la crisis, la caída de salarios, la inflación, deterioro del nivel de vida de grandes masas de trabajadores y pueblo, empujados a la lucha, encuentran una concepción para construir unidad popular enfrentando la embestida del capital. Encauzando la lucha reivindicativa, con el fin último de comprender que el verdadero problema es el capitalismo.
Insistiremos en “alejarnos del pizarrón” y ver este proceso, con sus luces y sombras, con los ojos de quienes apostaron “todos sus boletos” a la unidad de la clase obrera y el pueblo a través de la lucha de masas, pues sólo con la propia experiencia toma el pueblo conciencia de su papel en la historia.
El objetivo fundamental, la unidad popular, la formación de un Frente Democrático de Liberación Nacional como estrategia y bregar en el corto plazo por la unidad de la clase obrera, de la izquierda y un gran Partido Comunista.
No en vano hoy, despierta tanta curiosidad y admiración en sectores de la izquierda mundial. La Central Unica de los trabajadores y la unidad política de la izquierda en el Frente Amplio y su característica particular (coalición y movimiento), llaman la atención.