URUGUAY

Frente Amplio Comites de Base

 
 
 

Tendremos que refundar el país? Y la herramienta política que se dio la izquierda
¿no habrá que ajustarla?

 ¿No parece que ayuda a repensar el ¿Que hacemos ? No importa la opinión que nos merezca el artículo, rescato de él aquello que me importa. Los Comités de Base. Lo que expresa de la realidad política del país, más allá de matices, y de sus estructuras gira alrededor de la visión que en general todos tenemos y (nos preocupa).

De las distintas etapas por las que atravesaron los Comités de Base, supongo que hay acuerdo en general,

 en la 1a.(surgimiento),

en la 2a. (salida de la dictadura) ,

3o. el largo período del 90 al 2003 (aquí ya se dividen las opiniones, pasamos a gobernar Montevideo, gran salto cualitativo), pienso en el desinterés que se apoderó de gran masa de militantes y creo no equivocarme al pensar en 2 factores: el desmembramiento del poderoso Partido Comunista y nueva situación, más conflictiva en la dirección el FA. En ancas de esos años llegamos hasta hoy, pregunto: No nos estará haciendo falta un diagnóstico serio de lo que nos pasa a los ciudadanos uruguayos? Breve, sin acusaciones, para acordar y ya,

AHORA, comenzar a analizar las etapas que se nos vienen encima cuya responsabilidad es de toda la izquierda que la asume mayor (logrando el triunfo electoral). Porque ahí deberemos ir a la búsqueda  de aquellos que no Votaron a Tabaré, para, juntos apoyar a éste en la difícil tarea de gobernar un país, destruido y que estará plagado de sorpresas y no es novedad.

4o. El tiempo de las internas es tan corto que alcanza  con hacer lo imposible para que toda la IZQUIERDA VOTE A SU PARTIDO (dijo Astori, hace poco, que el de izquierda que vote en otros partidos, traicionase a si mismo,) ACUERDO.

5o. Después de las internas hasta las elecciones

y 6o. (Ganamos) desde ese momento hasta el Primero de marzo.

 Hasta que no se nos ocurra una mejor idea son los comités de base los espacios que disponemos para trabajar por el triunfo de Tabaré, si no existen , pues formarlos, muchos. Para ganar deberemos trabajar y mucho, soñadores hay, que ya están disfrutando mucho el triunfo mirando encuestas, ¡AYUDEMONOS! encontremos lo que buscamos y la forma de hacerlo. Quisimos este momento, ahora llegó, la preciosa Historia nos puso frente al desafío.

Se acabó el tiempo, la que nos puso frente al desafío (la Historia) no perdona. 

                                                     Rafael J. Bega (Turco)

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Razón para enviar éste material?

Es de gran valor porque toma el tema central del día (los militantes no insertos en la estructura), para muchisimos  que no sabemos como participar. Porque con valentía encara el problema. Yo me pregunto como todos (qué hago) (que hacemos)  la respuesta es urgida y apurada por todos por conocerla. Para ello también debemos actuar con rapidez y valentía. Valentía, como Valenti, para decirlo, porque  todavía (fue dicho, porque es tema de todos)no fue escrita (la respuesta). Porque la misma requiere plantearlo con respeto por todos. Porque hablar de estructuras parecería entrar en contradicción con las actuales.

No solo no debe ser contradictoria sino que debe buscar formas de llenar el vacío para militar más, para tener lugares donde cambiar opiniones, muchos lugares en Montevideo y en el Interior. Todos sabemos que pertenecemos a la Izquierda, que       por lo tanto, somos  progresistas y , por supuesto, que queremos que Tabaré     triunfe. Que disponga de multitudes que lo voten, pero más aún, de más grandes multitudes que lo apoyen en su gobierno. Supone no depender de ninguna estructura. Importa que hayan muchas opiniones porque no existe genio que tenga, sólo, la respuesta.  Pero hay poco tiempo, ¿ lo hemos perdido? Creo que no. Porque no es sencillo. Pero si todos buscamos formas de comunicarnos ahora, hoy, no mañana  sabemos que DEBEMOS ir en busca de la respuesta para CONTESTARNOS. Por favor, espero que sirva ésta opinión ( que no es nada más que opinión y por supuesto , NADA MENOS )

                                               Rafael J. Bega (Turco)

 ¿Qué hacer?

Por Esteban Valenti (*)

Las preguntas más incomodas son siempre sobre nosotros mismos. La del título no es una pregunta retórica o el recuerdo de la célebre obra de Lenin. Es algo mucho más terrenal y se la formulan muchos ex militantes orgánicos de la izquierda. Gente con la más diversa relación con la política.


Hacer política es un concepto que no puede limitarse a la participación en ámbitos orgánicos de los partidos. Una parte importante de esa gente milita - en el sentido más concreto de la palabra - en organizaciones sociales, barriales, de género, culturales, de raza, en organizaciones no gubernamentales. Y, sobre todo, viven, piensan, sienten, sufren, se informan, se alegran y tienen esperanzas y frustraciones en relación directa con la política. Y hoy se preguntan: ¿cómo y desde dónde hacer algo, aportar, contribuir al triunfo del progresismo, a completar el ciclo democrático y hacer que el poder realmente rote en el Uruguay? Después, vendrán otras tareas, todavía más complejas.

Hay diferencias de generaciones, de experiencias, de orígenes políticos y naturalmente de urgencias y de posibilidades, incluso de rechazos y adhesiones. Se podría decir que las diferencias son una identidad, pero todos tenemos algo en común: una combinación entre una visión crítica del pasado y del presente y la necesidad de hacer algo, de no sentirnos extraños en un proceso que puede cambiar realmente el Uruguay y nuestras propias vidas.

Estamos llenos de preguntas, de desconfianzas e insatisfacciones, pero algo importante está cambiando y ha cambiado; queremos participar, ya no alcanza con la rueda de boliche, el encuentro fugaz, la crítica ácida y generalizada, ahora ha surgido esta nueva pregunta: ¿qué hacer? Es una interrogante que nos formulamos en forma colectiva e individual.


Los "nuevos" bárbaros.

Para las estructuras partidarias, para los que están militando en ellas - sin importar su cantidad y su ubicación en la escala - somos un problema. Tenemos una lógica que no encaja en su horizonte. No somos votantes pasivos y a conquistar y no encajamos dentro de las estructuras tradicionales. No es un problema uruguayo, fuera de los fogonazos electorales, es un tema mundial, y en particular para la izquierda. Somos una invasión "bárbara", desde afuera. Al menos desde el concepto de "adentro", que prima en la actualidad.

 

¿ Cómo construir nuevas formas descentralizadas, más democráticas y en permanente evolución para la participación y la actividad política? No hay mucha experiencia exitosa donde ir a bucear. Por el contrario, todas las experiencias de partidos de izquierda que han tenido una amplia militancia - como en Italia, en Francia o en Portugal o Brasil - enfrentan exactamente las mismas tendencias.

 

Y no es sólo un problema político; las formas de socialización están profundamente afectadas en el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay estudios serios sobre cómo disminuye la participación en las congregaciones religiosas activas y hasta en los "boliches" (juegos de bowling) donde se encontraban y compartían.

 

Este fenómeno requiere de una análisis mucho más extenso y profundo. Nosotros simplemente queremos enmarcar esta terrenal pregunta en un contexto más amplio y complejo. La vida actual en nuestras sociedades se ha hecho más individualista y menos compartida. La soledad es una de las grandes enfermedades de nuestra época.

 

La falta de una épica, de un sentido trascendente de la política, sin duda, también ha contribuido a empobrecerla en el imaginario y en los sentimientos de la gente, sobre todo de aquellos que vivimos grandes pasiones y tensiones políticas. Pretender reconstruir el pasado es imposible, es sólo nostalgia.

Pero volvamos al Uruguay del 2004 y tratemos de avanzar paso a paso. Construir esa participación sólo o principalmente desde las estructuras es imposible. El "movimiento" arrollador con el que nació el Frente Amplio en sus comités, no fue una decisión estudiada y propuesta por el laboratorio de las estructuras, fue la irrupción de un fenómeno nuevo, que iba mucho más allá que los propios partidos que fundaron el FA.


Que la tortilla se vuelva.

El camino hay que construirlo y depende de tres factores fundamentales: primero de la amplitud, diversidad y extensión territorial y social de estos movimientos; segundo: de su capacidad de innovación, de la incorporación del concepto de la red, de que coexistan simultáneamente la agrupación y la dispersión, la información y la libre circulación de ideas y tercero depende de la capacidad de transformar este fenómeno espontáneo en nuevas teorías y prácticas de la acción política. Y esto implica que no se cocine en su propia salsa. Hacer política es trabajar en la sociedad y con la gente.

 

No será un proceso fácil ni indoloro. Es una revolución porque tiene directa relación con el ejercicio del poder, con sus formas de alcanzarlo y de ejercerlo y todo lo que afecta en serio al poder es revolucionario y traumático. La resistencia de las costumbres, de los espacios ocupados, son y serán muy duros. Muchas veces en estos procesos son tan toscos y pétreos los grandes poderes como los pequeños, esas apariencias de poder que se defienden con uñas y dientes, del cambio y las nuevas tendencias.

 

Para vencer las duras rocas de la costumbre y de los pequeños grandes poderes hay muchos caminos. Uno, es el lento y geológico horadar de las eras, del agua y, sobre todo, del tiempo. No hay quien puede esperar tanto. Otra, es darse de cabeza, atropellar con el humor y las frustración en la frente y en la boca. No deja de ser un desahogo, pero casi siempre triunfa la piedra.

 

Y por último, queda la milenaria sabiduría acumulada de la política, de esa inefable actividad humana que carga con todas las culpas pero a la cual debemos recurrir inexorablemente para hacer algo en serio, que valga la pena y que no tapice nuestro camino de nuevas frustraciones y derrotas colectivas y personales. La peor frustración sería perder esta oportunidad histórica y que difícilmente se repetirá de cambiar y para ello hace falta militancia, esfuerzo, trabajo colectivo. Dejar todo en manos de la comunicación es un error gravísimo. En el Uruguay la comunicación mano a mano, cara a cara es insustituible.

Y la política es enemiga de la "pureza", tiene el compromiso y la negociación como sus componentes esenciales. Sólo los que no tienen nada para ganar y sobre todo no tienen claro sus propios valores, principios y objetivos le temen a la negociación permanente, es decir a la política, como a Satanás.

 

La política no admite candidez - aunque no es tan feroz como la pintan los que practican políticas feroces para alejarnos de sus dominios -, pero no se defiende sólo con razones sino también con fuerza. Y ésta hay que construirla todos los días. Y la política es optar, es decidir, es arriesgar, no puede ser sólo duda y especulación. Las nuevas formas de conectarse y de relacionarse para hacer política nunca suplantarán la necesaria responsabilidad de decidir.

 

Se acercan tiempos de cambios en el Uruguay, para construirlos y para ser sujetos de esos cambios hay que asumir compromisos, hay que arriesgarse y lo más complejo: hay que hacer política. Y no hay duda que las nuevas tecnologías y, sobre todo, la nueva sociedad que se está creando, produce cambios muy profundos; pero hay una verdad muy antigua que sigue teniendo plena validez: una idea no se sustituye por la crítica a esa idea, sino por otra idea. Nada más, ni nada menos.

Y lo que faltan son ideas y prácticas nuevas y sobran malhumores y "purezas". En democracia - y de eso se trata, de construir más democracia -, los derechos se ejercen, se conquistan y se defienden, no se lloriquean.

 

"Someter a la crítica todo lo existente", decía Marx y agregaba: "la crítica pierde su carácter racional cuando no es abierta sino secreta, no teórica sino práctica, cuando en vez de estar por encima de los partidos, se hace partidaria [...] cuando se ejerce la crítica sin someterse a ella."

 

No tendrá un gran soporte teórico, pero es una verdad incuestionable: nadie hizo una tortilla sin romper los huevos... pero tampoco, sin un sartén.

 

* Coordinador de Bitácoara