El Chasque 90
16/06/2023
Por Esteban Núñez

El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 en Uruguay, es necesario verlo como un plan global para la región que comienza con el Golpe en Brasil, el 1º de abril de 1964 por parte de las FFAA, contra el Presidente João Gulart.

Continúa con Uruguay, donde el golpe de Estado lo da Juan María Bordaberry.
Sigue con Chile, el 11 de septiembre de 1973 donde Pinochet da el cruento golpe de Estado contra Salvador Allende.

Y luego el 24 de marzo de 1976, el general Rafael Videla, da el golpe al Gobierno de Estela Martínez de Perdón.

Vista esta realidad, comprendemos que fue una escalada digitada por EEUU, por varios motivos.
Una de las razones fue el triunfo electoral en Chile de Salvador Allende el 11 de noviembre de 1970. La Asunción por voto popular de ¡un socialista! se veía por parte del imperialismo como «una segunda Cuba», hecho que no podía soportar.

A partir de la Asunción de Allende, comienza un proceso de desestabilización, con la famosa huelga de camioneros y medidas para hacer casi imposible el Gobierno para  Salvador Allende.

El general Augusto Pinochet, el 11 de setiembre de 1973, rodea y bombardea La Casa de la Moneda, dónde es asesinado Salvador Allende. Mueren en las calles decenas de personas, que más tarde se transforman en miles.

Esta sangrienta «lección” que pretendía dar el imperio fue resistida de diferentes maneras, por ejemplo la heroica huelga general de 15 días en Uruguay, pero, pese a ello, las dictaduras fueron por la fuerza asentando su vigencia.

Además, es necesario analizar la enorme crisis económica provocada por las políticas aplicadas contra la gran mayoría del pueblo y el avance del neoliberalismo en el continente como sustento determinante para crear las condiciones que derivaron en la seguidilla de golpes en toda América Latina.

Y a 50 años de aquella dura época para los pueblos del Sur del Continente, podemos percibir que en Brasil, Chile, Argentina, fueron golpes de Estado dados por militares, brazo armado de los intereses imperiales, sin embargo en Uruguay, el golpe lo da Juan María Bordaberry, Presidente electo democráticamente por su Pueblo, que se transforma en dictador.

Esta «peculiaridad», nos permite ver en perspectiva histórica, que había antecedentes inmediatos, que fueron preparando el terreno y ese «apronte» de vulneración de libertades, de medidas de seguridad, de acuartelamiento de trabajadores, de congelamiento de salarios pero no de precios, como se pregonaba, decreto del «Estado de Guerra Interno», fue sembrando un sistema que lejos estaba de ser democrático.

Hoy muchos voceros de la derecha pretenden culpar del golpe de Estado, a «la violencia de la guerrilla», lo cuál es totalmente falso, dado que la misma fue derrotada en 1972. Quienes esto argumentan están avalando lo quieran o no, el golpe de Estado.

Hoy, 50 años después, quedan resabios muy grandes de aquél episodio vergonzoso que manchó la historia de un país con altos valores democráticos, a la vez que las nuevas generaciones que no vivieron aquellos tiempos difíciles, hoy salen por decenas de miles a pedir Verdad, Justicia y Nunca Más, en rechazo a lo que pasó, medio siglo atrás es una muestra ineludible de reafirmación democrática que hace gritar a miles de gargantas de todas las edades.

¡NUNCA MÁS DICTADURA!

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