El Chasque 93

7/07/2023

Reflexiones necesarias. La lucha continúa

Estos meses han sido particularmente especiales para los uruguayos ya que los 50 años del golpe de Estado y la Huelga General decretada por la CNT en respuesta al quiebre democrático, ha promovido múltiples actividades en recuerdo de esa fecha así como la gesta heroica del pueblo en su resistencia.

A su vez ha sido tema de múltiples debates en el cual nuevamente surge con claridad la históricas contradicciones entre una derecha ultra reaccionaria y antipopular, enquistada en los partidos tradicionales unida a nostálgicos golpistas de aquellos años de plomo y por otro lado, las amplios sectores populares, protagonistas ayer en primera línea en la defensa de las instituciones democráticas, donde los hechos reales demostraron, en la hora de los hornos, quiénes estaban del lado del pueblo y quienes no.

Sobre ese período histórico, ese drama terrible que vivió Uruguay existe la intención por parte de los PPTT de modificar los hechos históricos, lavarse las manos y no asumir la responsabilidad directa que les compete por haber empujado al país al precipicio del golpe de Estado y la larga noche que duró 12 años.

El golpe fue convocado por los representantes del poder económico, por la oligarquía, por los sectores de la derecha enquistadas mayoritariamente en el Partido Colorado y en buena parte del Partido Nacional y con el aval e injerencia de EEUU por medio de Nixon y Kissinger.

Vuelve la excusa de la guerrilla y un grupo de militares trastornados como argumento que da pié a la teoría de los dos demonios. Sin embargo ha quedado más que claro que al momento del golpe, el MLN, ya había sido derrotado. Aquel primero de setiembre de 1972, pasada la una de la madrugada, caía con un balazo que le atravesó la cara, y después de un tiroteo de casi 15 minutos, Raúl Sendic, entonces dirigente tupamaro más buscado. Con este hecho, se sellaba la derrota militar del MLN.

Los voceros del relato mentiroso insisten de que el golpe fue dado el 9 de febrero de 1973 en el marco de los comunicados 4y7 que cuestionaban el rumbo del país y el gobierno del nefasto Bordaberry. Para el Frente Amplio la contradicción del momento no era entre militares y civiles, sino entre una oligarquía que había vaciado de contenido a la democracia y expoliado al pueblo de la mano de Bordaberry y por otro lado el pueblo.

Sanguinetti, en una declaración canallesca y mentirosa, señala al Partido Comunista en apoyo al golpe de Estado. Basta ver los documentos de la época y luego la lista de presos, muertos, desaparecidos, perseguidos para entender porqué el Partido Comunista, pasó a ser el Partido de la Resistencia.

EL Golpe de Estado significó un ajuste de cuentas con el movimiento popular y frenar el proceso de acumulación de fuerzas que ponían al FA a disputarle el poder a las clases dominantes.

El teniente General Hugo Medina decía: “Si el Frente Amplio gana las elecciones en 1971 no le entregábamos el gobierno, las FF.AA. ya estaban preparadas para el golpe de estado”

Bajo banderas moralizadoras, al rescate de los “valores” y una forma de ser “oriental”, se desató la peor persecución y brutalidad típica del fascismo sobre miles de uruguayos. Del otro lado se levantó una gran resistencia que nació en la Huelga General y que tuvo de protagonista, a lo largo de los años que duró la dictadura, a miles de uruguayos.

Destacamos el esfuerzo por mantener la memoria de lo vivido por nuestro país. El golpe y su evolución hacia una dictadura fascista respondió a una necesidad del capital financiero y sus representantes de derribar toda traba que le impidiera su libre circulación. Toda ley que tienda a “democratizar” a la democracia representativa, que promueva y tienda a resolver iniquidades, a avanzar en los derechos sociales es tema de preocupación por parte de las clases dominantes. Aquí fue la LUC, la reforma de las jubilaciones y pensiones con un fortalecimiento de una casta militar, la nueva ley de negociación colectiva, todas ellas con el objetivo de favorecer al capital y a los “malla oro”. Ellos pretenden un pueblo manso, sin capacidad crítica, sin capacidad para sublevarse contra la injusticia y la explotación. Solamente un pueblo organizado, consciente de su papel en la historia, y protagonista real de los cambios puede construir una salida real y avanzar hacia la construcción de un país justo, libre y solidario. Por eso en esta batalla entre democracia o barbarie es fundamental aislar y derrotar las fuerzas que cobijan hoy en su seno el huevo de la serpiente porque siempre existe la tentación por parte de ellos de intentar repetir la historia.

Hoy lo vemos en Europa. Paso a paso van cayendo bajo el empuje de la ultraderecha los avances democráticos logrados luego de la Segunda Guerra mundial. El viejo consenso democrático se está yendo por el caño de la mano de las fuerzas de ultraderecha ante una izquierda sin capacidad de respuestas y la complicidad de los sectores conservadores.

Es así que no necesitan llevar adelante una nueva guerra (si bien la tienen con Ucrania) para hacerse de las democracias europeas huecas y vacías. El desmantelamiento de los contenidos de libertad, igualdad y fraternidad se encuentran directamente vinculados al fracaso del la socialdemocracia en lograr la conciliación entre el capital y el trabajo. El capital necesita en Europa llevar adelante una ajuste regresivo contra la gran mayoría del pueblo para poder instalar nuevos criterios que le permita reproducirse y tener ganancias. Debe impulsar reformas violentas sobre los trabajadores europeos, meterle mano en el bolsillo y en la calidad de vida. Para eso necesita a la ultraderecha.

Y lo hace como lo hizo con el asenso del nazismo y el fascismo, creando un enemigo interno o externo y levantando consignas moralizadoras sobre la familia, la libertad y contra los migrantes. Es evidente que la institución democrática representativa y republicana por si sola no detiene el avance del neofascismo. Ya no es el ruido de los tanques nazis, la blitzkrieg avanzando por todo el territorio europeo; alcanza con corromper la democracia representativa para ocuparla y utilizarla para los intereses del gran capital.

Es importante reflexionar sobre el valor de la Democracia a la luz de la experiencia vivida bajo dictadura.

Es determinante fortalecerla para evitar que sea utilizada y secuestrada para los intereses de una minoría y contra el pueblo. Evitar que sea vaciada y se transforme en una frustración para las grandes mayorías de tal forma que la nieguen y sean captados por propuestas oportunistas y demagógicas.

Mujica se equivoca cuando trata de explicar el golpe de Estado por la incapacidad de “convivir” entre opiniones diferentes o compararlo con los sucedido en las guerras fratricidas entre blancos y colorados allá por el S XIX. Aquí no hubo ninguna guerra cuando se llevó adelante el quiebre de las instituciones democráticas a manos de civiles vinculados a la oligarquía (pachequistas ligados al riverismo y herreristas) y los sectores fascistas del las FFAA que se pusieron a sus órdenes.

La propia democracia representativa, republicana y que Sanguinetti se llena la boca, fue utilizada por las clases dominantes y sus representantes para anidar el huevo de la serpiente. Un proceso que comenzó en la década del 50 y culminó el 27 de junio de 1973 con el Golpe de Estado. Luego de 15 años de gobierno del FA, nuevamente tenemos en el gobierno el bloque político que alimentó, protegió y alentó el asenso del fascismo con la culminación trágica de la instauración de una dictadura en 1973.

Y hoy nuevamente su cometido es impulsar un ajuste regresivo sobre los trabajadores, sobre sus salarios y beneficios obtenidos tras largas luchas. Lo perdido durante la pandemia y después de esta ya no se recupera más. Sin embargo creció en el mismo período la acumulación de riquezas en manos del malla oro. Un proceso inverso. Pero no le alcanza eso. El capital quiere echarle mano a las empresas públicas que aun se mantienen en pié. Todas ellas han sufrido recortes importantes y por ende poco a poco desmanteladas para justificar su privatización. Pasa lo mismo con la Enseñanza, una transformación educativa con recortes de 150 millones de dólares. De ahí que la defensa de las empresas públicas es estratégica y hace también al carácter y contenido democrático de Uruguay, así como la batalla cultural por “el valor de lo público”. Más que nunca las banderas de la democracia deben estar en manos del movimiento popular, en la batalla por la memoria histórica y a su vez poder avanzar a nuevas formas de democracia que no signifiquen un simple acto performático cada cinco años por medio del voto. Es necesario cortar ese círculo vicioso, esa noria que hace que la historia se repita. Solamente con el pueblo gobernando, consciente y activamente en la construcción de su propio destino y por ende de una democracia más amplia y profunda podremos alcanzar, como pretendía Artigas, el General de los Pueblos Libres, la pública felicidad.