El nuevo presidente Napolitano impone los “acuerdos amplios” con Berlusconi y critica duramente a todos, salvo a él mismo, en su discurso de toma de posesión. Lo cual suscita el entusiasmo general, con la excepción de SEL (Sinistra Ecologia e libertà) y los “grillinos”. Ahora también el gobierno se hará al dictado de Napolitano.
Los “acuerdos amplios” no son un horror, afirmó ayer Giorgio Napolitano en su rapapolvo a las Cámaras. Por el contrario, pueden ser un horror, según muestra la historia del siglo XX. [Luigi] Facta [presidente liberal del gobierno italiano antes de la Marcha sobre Roma] y Hindenburg habrían debido rechazar, tal como podían haber hecho, a Mussolini y Hitler. No se me
responda que Berlusconi no es ni Mussolini ni Hitler, el argumento con el cual subió al poder es el mismo con el que llegaron los dos al poder: el pueblo es quien así lo ha expresado. Salvo que no han sido ellos los que inyectaron en el pueblo el antisemitismo, la represión, la guerra, no se lo habían inventado, están en las vísceras de toda sociedad en crisis y una Constitución democrática está hecha para frenarlos. Pero hace tiempo que Giorgio Napolitano decidió dar prioridad a la unidad nacional respecto a los principios básicos de la convivencia democrática. Esta el rumbo que traza, y siguiéndolo se legitima perfectamente que entre en el gobierno Silvio Berlusconi, imputado por corrupción y concusión, no condenado exclusivamente por haber prescrito los plazos, operación sublime de su equipo de abogados. No por casualidad estaba feliz ayer, y ha declarado que el de nuestro presidente es el discurso más hermoso de los últimos veinte años, esos en los que él ha infestado el país. Radiante, repartía sus elogios y críticas como si tuviera derecho a loar o recriminar a alguien, y Napolitano no ha encontrado para él ni un ápice de amonestación; entre los diversos palmetazos distribuidos a derecha e izquierda, no ha habido ni uno para el Cavaliere, a diferencia de Stefano Rodotà, a quien se le ha reprochado no haber comprendido la regla de oro que guía al Quirinal.
Ni siquiera a nosotros nos gusta siempre el lenguaje de Grillo, pero sabemos distinguir entre palabras y hechos, y a Berlusconi no sólo se le pueden imputar las palabras, que tampoco ayer han faltado, sino hechos consistentes, registrados en los tribunales de la República.
Lo que causa mayor impresión es el entusiasmo de casi todas las partes políticas – prácticamente todas salvo los “grillinos” y SEL (Sinistra Ecologia e Libertà] – por la prédica presidencial, aun sabiendo a qué conducirá en los próximos días. El desfile de salutaciones lo ha abierto Eugenio Scalfari [importante periodista fundador del diario La Repubblica], que se ha atrevido a dar una lección de constitucionalismo a Rodotà, y no solamente, sino a acusarle – delito imperdonable – por no haberle telefoneado a él, Scalfari, antes de tomar la decisión que ha adoptado.
Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso.
Sbilanciamoci, 23 de abril de 2013
La elección de Napolitano y la institucionalización del chanchullo
En la cuestión del Quirinal [donde reside el Presidente de la República], el PD no ha sabido escuchar las peticiones de participación de la propia base y ha decidido, con la reelección de Napolitano, clausurar el cambio. Si no consigue cambiar las organizaciones, el impulso desde abajo acaba por hacerlas añicos.
A los movimientos sociales se les representa habitualmente como plaza contrapuesta a la institución. En realidad, instituciones económicas y políticas se ven involucradas de distintas maneras en las oleadas de protesta: muy a menudo como blanco desde fuera, pero a veces también como escenario ellas mismas de movilizaciones. El mismo ‘sesentayocho’ comenzó a partir de la contestación en el seno de parlamentillos y asociaciones estudiantiles, que fueron luego barridas por medio de la protesta. Occupy#pd [movimiento de las bases del PD que ocupa las sedes del partido para forzar al cambio], junto a la revuelta de los electores democráticos [del PD] contra la decisión de su secretario [Bersani] de apoyar como candidato a Franco Marini en la presidencia de la República, es ciertamente un ejemplo de un movimiento en las instituciones.
Como los demás movimientos, también aquellos dentro de las instituciones pueden ver facilitado su surgimiento, producido tanto por la apertura de oportunidades políticas como por reacciones al cierre de esas oportunidades, o a una mezcla de ambas cosas. La historia del movimiento obrero es densa en momentos en los que las oleadas de huelgas se acompañan, a menudo con cierto éxito, de la contestación de la burocratización de sindicatos y partidos de izquierda. La democratización de los procesos de relaciones sindicales al inicio de los años setenta va ciertamente ligada a las movilizaciones del otoño caliente, y capacidad innovadora asimismo en la izquierda institucional es la que han tenido el movimiento feminista o el ambientalista, activando una reflexión crítica también en el interior de las instituciones de partidos y sindicatos.
Como para los movimientos sociales fuera de las instituciones, las oportunidades están a menudo ligadas a las divisiones en las élites, que se producen en momentos de crisis. Incluso la percepción de dificultades internas impulsa a una parte de los grupos dirigentes a abrirse a los estímulos procedentes de abajo. Las encendidísimas protestas que han movilizado a electores, activistas y (de otras maneras) electos del PD parecen seguir en parte estas lógicas de (limitadas) aperturas e (involuntarias) alianzas. Desde muchos puntos de vista, una movilización desde abajo dentro del partido se ha visto en parte estimulada por las transformaciones desde lo alto, orientadas a afrontar problemas evidentes y crecientes en el partido. Las primarias de las que se hace propaganda como instrumento de democracia son también instrumento de luchas intestinas, con una movilización competitiva de los participantes. De manera similar, los llamamientos de una parte de la vieja dirección del PD a un partido fuerte e identitario reconocen la debilidad del partido “ligero”, buscando apoyo en los decepcionados por las experiencias del pasado cercano.
Esas protestas representan sin embargo una especie de efecto perverso (para los dirigentes) de esos instrumentos de movilización, que se querían limitados, y que, por el contrario, se han ido de las manos, o de esos llamamientos identitarios, que se querían sólo retóricos, y en cambio han suscitado expectativas reales. Las primarias debían ser un instrumento de participación limitada en el tiempo y el contenido: la elección de representantes. La exclamación atribuida a la Finocchiaro, “Pero, qué quieren estos señores? ¿La base? No la he oído”, es una perfecta ilustración del fastidio ante una movilización que no se ha detenido en los estrechos límites que le habían asignado. Otro efecto aparentemente inesperado de las primarias es luego la llegada al Parlamento de algunos electos más jóvenes y, sobre todo, de un número mayor de sus colegas de largo tiempo vinculados a su base electoral, y menor de los ligados a las jerarquías de partido. El fastidio de las jerarquías del PD frente a las movilizaciones de electores y activistas contra la candidatura de Franco Marini, y su hundimiento en el Parlamento, testimonian la incapacidad de prever esta suerte de expansión de las dinámicas de participación, invocadas de palabra, pero luego temidas en los hechos.
Los movimientos sociales en el interior de las instituciones pueden conducir a reformas, pero también a una clausura sectaria o a una oscilación entre las dos opciones. Si la candidatura “anti-chanchullos” de Romano Prodi había hecho pensar en un partido que se abría a las demandas de cambio, que de algún modo había contribuido a estimular, la derrota de esa opciones y la candidatura “super-chanchullera” de Giorgio Napolitano testimonia en cambio una cerrazón respecto a esas demandas de alternativa que vienen de los electores y activistas del partido. Ciertamente, las divisiones profundas y las múltiples fracturas en el partido se reflejan en la debilidad de ambas opciones, y en la incapacidad del partido de seguir la única opción que habría sido coherente con la promesa de participación y premisa de un gobierno de cambio: el apoyo a la candidatura de Stefano Rodotà. Parece ahora que se ignora el movimiento dentro del partido, a costa de un suicidio político sobre cuyas causas muchos continúan interrogándose. La proclamada necesidad de grandes consensos en apoyo de la elección presidencial resulta una explicación poco creíble ante tantos presidentes, en Italia y en el exterior, elegidos con mayoría simple (el mismo Napolitano tuvo apenas el 55% de los votos). La propensión al compromiso, de efectos políticamente nefastos, con un adversario de las características de Berlusconi es ciertamente incomprensible, si no se consideran estas divisiones, más allá de potenciales chantajes vinculados a connivencias pasadas y presentes. No pudiendo desembocar en una reforma de las formas organizativas y de los programas del partido, la movilización desde abajo parece destinada a acelerar la trituración. La debilidad de la opción del cambio en los vértices del partido transforma así una oportunidad de regeneración en un factor de aceleración de la crisis.
Donatella della Porta (1956) es profesora de Sociología en el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales del European Institute University de Florencia, y está especializada en el estudio de movimientos sociales, violencia política, terrorismo, corrupción, policía y políticas de orden público. Dirige el proyecto DEMOS (Democracy in Europe and the Mobilisation of the Society) creado por la Comisión Europea. También ha coordinado el Gruppo di Ricerca sull'azione collettiva in Europa (GRACE).
Sbilanciamoci, 20 de abril de 2013
Napolitano, los “acuerdos amplios” y la “buena política” que serviría
Rossana Rossanda ha tenido razón. La carrera al Quirinal se ha visto marcada por una improvisación que – con la caída de Prodi – lleva a la disolución del PD y, con las zancadillas de D’Alema, a la reelección de Napolitano. La candidatura de Rodotà habría servido de antídoto a estas arenas movedizas, la vía para reconstruir una “buona politica”
En su comentario del viernes en Sbilanciamoci [“Apuntes sobre el Quirinal: caen los grandes consensos”] del 18 de abril, Rossana Rossanda – que se refería a la caída de la candidatura de Marini – ha acertado al menos en tres juicios que valen también hoy, sábado [20 de abril], tras concluir la candidatura de Prodi: a) la improvisación de las cúpulas de las fuerzas políticas, especialmente la del PD, del que ahora se puede decir algo bastante más grave: mezquindad, negligencia, o poco más o menos; b) el desagrado de una parte consistente del PD – decía ella – hacia Prodi y, se puede decir en sentido amplio, hacia un gobierno del cambio ; c) la hábil carrera oculta de D'Alema (que después de haber dejado cojo a Marini, ha zancadilleado a Prodi) hacia los “acuerdos amplios”. A propósito de confusión y de improvisación, el PD ha pasado en pocas horas de manera esquizofrénica de una solución que prefiguraba los “acuerdos amplios” (Marini) a otra que los excluía (Prodi): grande es el desorden mental y político en este partido.
La candidatura de Prodi – y la convergencia temporal de los votos de la izquierda hacia el expresidente del Gobiern - se basaban precisamente en la idea justa de que la elección de Prodi habría cerrado el camino al “gobiernísimo” y a cualquier idea de “acuerdos amplios”, y habría podido reconstruir un terreno de diálogo con los 5 Estrellas sobre la idea de un gobierno del cambio. Una opción que habría sacrificado dolorosa y temporalmente – con el fin de cerrar las puertas al “gobiernísimo” – a la candidatura de Rodotà, en ese momento privada de chance, pero la mejor a la vista, la más justa, la más coherente con la idea de cambio y con todo aquello por lo que se han batido movimientos, asociaciones y campañas en estos años.
Sin embargo, la dirección que ha tomado el PD – junto al PdL, la Liga y Elección Cívica [la formación de Monti] – ha sido otra: la de Napolitano bis y los "acuerdos amplios". Es una opción que va en la dirección opuesta al cambio. Después de Monti, habrá una fotocopia de Monti. No cambiarán las políticas económicas. Esta opción pone fin a la esperanza de un gobierno del cambio que nos dejó el terremoto electoral del pasado 24 de febrero. A lo largo de estos días, el PD no ha respondido nunca a la pregunta: ¿Por qué no puede ser Rodotà? ¿Por qué no se ha pronunciado nunca explícitamente al respecto? ¿Puede explicárselo a una opinión pública que le pide razones de esa hostilidad suya? Por esta candidatura ha valido la pena movilizarse en estos días dentro y fuera de “palacio”: ahora es indispensable reconstruir un pacto con la sociedad civil, el sindicato, el movimiento, que, con sus movilizaciones, se encuentran en el centro de esta petición de cambio. Sería un paso hacia el retorno a una “buena politica”. Sin caer en las trampas de las maniobras politicistas, que son las arenas movedizas de la política. Que se salva en cambio de los tacticismos y de las sirenas del “realismo político” que tan bien hemos conocido en estos años. Y que nos han llevado tan a menudo a la derrota.
Giulio Marcon es diputado independiente de Sinistra Ecologia e Libertà, promotor de Sbilanciamoci y autor de Le ambiguità degli aiuti umanitari (Feltrinelli 2002) y, con Mario Pianta, Sbilanciamo l'economia, de próxima publicación (Laterza 2013).
Sbilanciamoci, 20 de abril de 2013
¿Un acuerdo con el responsable del derrumbe?
Habla Stefano Rodotà: «El jefe del Estado, puesto entre la espada y la pared por los partidos. Tomarán alguna medida, pero no afrontarán la crisis en la que hemos terminado». «Napolitano, obligado a hacer un discurso de primer ministro. Una izquierda débil pone en aprietos a la democracia». «Los 5 Estrellas están en el Parlamento, veremos cómo utilizarán la herramienta parlamentaria»
«Estos días he intentado hacer con discreción, pero con decisión, lo que debía hacerse. A quienes decían: '¿Rodotà no se pronuncia?', les digo que las cosas no se hacen en treinta segundos. Y a juzgar por las reacciones, me parece haberlo logrado». El profesor Stefano Rodotà, el «otro» candidato a la presidencia de la República, el de las fuerzas contrarias a los acuerdos amplios, ha escuchado a Napolitano en televisión.
¿Qué piensa de las palabras de Napolitano?
La primera observación es una confirmación: la irresponsabilidad o el interés de los partidos han arrastrado al presidente a la crisis que ellos mismos han creado. Han puesto al presidente entre la espada y la pared: nosotros somos incapaces, piensa tú. Un paso de enorme gravedad. La segunda: Napolitano se ha visto inducido a hacer un discurso de presidente del Gobierno. Y luego hay una tercera. Estoy escandalizado: mientras Napolitano hablaba de la irresponsabilidad de los partidos, éstos aplaudían, en lugar de estar callados y avergonzarse. Han perdido la cabeza.
Plazas y Parlamento no se pueden contraponer, ha dicho usted.
Se han reabierto los canales de comunicación entre instituciones y sociedad, sobre todo después del gobierno Monti, con el Parlamento reducido al papel de subalterno. Puedo recordar que para el paquete de la Constituyente de Bienes Comunes he preparado un texto para obligar a que parte del Parlamento tome en consideración la Iniciativa Popular. Bastaría con una modificación de los reglamentos parlamentarios.
Y en la crisis, ¿qué piensa del PD?
De toda esta vicisitud sale victorioso Berlusconi, que está imponiendo sus condiciones, y el PD ha ido a encomendarse al Quirinal, y luego ha dado de nuevo el espectáculo.
Napolitano indica la vía de los “acuerdos amplios”. En su opinión, ¿es la única?
No puedo poner entre paréntesis el hecho de que el acuerdo amplio se hace con el responsable del derrumbe y de la regresión cultural y política de este país [Berlusconi]. Habrá intervenciones económicas, se utilizarán los modestísimos documentos de los sabios, pero no podrá afrontarse ninguna de las cuestiones que pueden restituir a la política y al Parlamento la calidad de interlocutor de la sociedad. ¿Acuerdos amplios? El protagonista es Berlusconi.
Dice usted: sigo siendo un hombre de izquierda. ¿Mira ahora hacia Vendola?
Estoy contento, pero también muy sorprendido, de este sentido de identificación que ha surgido en mis intervenciones. Yo tengo una larga historia personal en la izquierda, de trabajo teórico, pero no sólo: las fuerzas políticas no han comprendido nada del referéndum sobre el agua en el que han votado 27 miliones de personas, y yo intenté en vano que la cúoula del PD recibiera a sus promotores. He leído mínimas vulgaridades sobre mí, como que Rodotà nunca toma el autobús. No he tomado el autobús estos días porque me resultaba embarazoso. En un avión se pusieron a aplaudirme. Han desenterrado a Carraro [1] para que dijera que Rodotà anda por los salones. El único salón a cielo abierto en el que he estado se llama Pomigliano [fábrica de la FIAT en la provincia de Nápoles sometida a reestructuración]. Allí, en la manifestación de la FIOM [sindicato metalúrgico], he llevado la pancarta con el mítico Ciro [D´Alessio, combativo obrero del sindicato]. Estaré en la manifestación de la FIOM del 18 de mayo. No tengo nada de carismático. Simplemente, testimonio que se puede trabajar sobre las cosas: bienes comunes, agua, formas de discriminacIon. Es verdad, esta experiencia me carga de responsabilidad. Pero antes hay que ver las cosas con claridad . Justamente en Il Manifesto, recién nacida Alba [2], advertí que había que tener cuidado con poner un pie un sujetillo político que se derrumbe a la primera ocasión. ¿Qué cultura política podemos poner en juego?
A propósito de futuro, ¿qué ve en el futuro del PD?
En este momento temo un verdadero riesgo para la democracia. El PD parece inconsciente del hecho de que su fragmentación abre una gran cuestión democrática, un vacío. Si viene a menos la izquierda como sujeto fuerte y nos encontramos con un rompecabezas enloquecido, tendremos un enfrentamiento Berlusconi-Grillo. Una especie de último nivel.
Ha escrito usted sobre la democracia electrónica como populismo del tercer milenio. Luego se ha convertido en estandarte del M5E, que profesa la democracia electrónica.
La democracia electrónica y la tecnopolítica tienen varios modos de manifestarse . Pero desde luego, existe una diferencia entre quien considera que todo se resuelve en la Red y quien estima que la Red tiene un papel creciente. Grillo ha operado en red, pero, cuando llegó el momento de las elecciones, llenó las plazas. Basta pensar en el “No a la mordaza - Si no ahora, cuándo” [campaña de 2010 contra las normas de Alfano destinadas a blindar judicialmente a Berlusconi] : algo que antes se le había permitido solamente a las grandes organizaciones estructuradas, partidos, sindicatos y a la Iglesia. Las plazas las había vaciado todas la TV, la Red las ha vuelto a llenar. Hoy debemos trabajar en esto. No estamos en el duelo final entre democracia de Red y democracia representativa. Más bien, veo una obligación: en la Constitución existe un hilo sutil entre referéndum e iniciativa popular que debe reforzarse no como vía alternativa. En el Tratado de Lisboa hay una apertura importante en este sentido. Los sindicatos europeos están promoviendo una iniciativa para pedir a la Comisión que establezca reglas sobre la no privatizabilidad del servicio público. ¿Sabe cuántas firmas se han recogido hasta ahora? Un millón 600.000 en toda Europa. Es el momento de trabajar sobre esto. Añado algo personal: a Rodotà no se lo ha inventado Grillo. Mi nombre circula desde hace meses en la Red. Junto a otros: la Red ha seleccionado a personas todas de izquierda; cuento entre ellas a Emma Bonino con cierto cansancio, pero, desde luego, también a Romano Prodi. Este punto debería hacernos reflexionar. ¿Hay puntos obscuros? ¿Habrán urdido Grillo y Casaleggio un complot para sacar sólo nombres de izquierda a fin de poner en dificultades a la izquierda? Vaga el fantasma de la Red. Y la política sólo sabe hacer “tweets”.
¿Qué idea se ha hecho de Grillo?
Puedo hablar de las cosas sobre las que estoy reflexionando. La parlamentarización de los 5 Estrellas es ya un dato de hecho. Cuando la otro tarde habló Grillo de “golpe”, y yo declaré que hay que respetar la legalidad parlamentaria y estar en contra de las marchas sobre Roma, algunos de los 5 Estrellas me dijeron que esto ayudó a evitar un alboroto. No sé cuál será el futo del 5 Estrellas. Están en el Parlamento, veremos cómo utilizan las herramientas parlamentarias. Han insistido para que se empezase a trabajar en las instituciones, no me parece que hayan ido al Parlamento con dinamita. ¿Cómo se puede decir que el Movimiento 5 Estrellas es inconstitucional, cuando también en La Repubblica hemos reflexionado conjuntamente con tantos sobre la inconstitucionalidad del berlusconismo?
A propósito, Scalfari le ha dicho que hace falta hacer política con corazón, y también con el cerebro.
No es una forma bonita, hay muchos que me han reprochado a menudo haber puesto siempre en juego demasiados elementos de razón. Y cómo no: la cultura ilustrada, tan cara a Scalfari, impulsó tres valores: libertad, igualdad y fraternidad. ¿Por qué la fraternidad ha sido siempre la hija menor de la triada revolucionaria...?
Notas:
[1] Franco Carraro (1939), político y gestor deportivo italiano, fue miembro del Partido Socialista Italiano en los años 80 y 90, ministro de Turismo con De Mita y Andreotti, y alcalde de Roma. Desempeñó numerosos cargos en clubes de fútbol, federaciones deportivas, comités olímpicos, de la Liga italiana y la UEFA. Pero sobre todo es conocido por haber sido condenado a cuatro años de cárcel, pena finalmente reducida a una multa de 80.000 euros, por su participación en Calciopoli, el mayor fraude de la historia del fútbol italiano. [2] Alba es el nombre de una formación que se quiere de izquierda, auspiciada en 2012 entre otros por Paul Ginsborg, historiador de origen norteamericano y uno de los principales especialistas en la Italia contemporánea, y el politólogo Marco Rebelli. Sus siglas significan "Alleanza Lavoro Benicomuni Ambiente".
Daniela Preziosi es periodista del diario italiano Il Manifesto. Stefano Rodotà (1933), ilustre jurista italiano, profesor emérito de Derecho Civil de la Universidad La Sapienza de Roma, fue en los 70 miembro del Partido Radical de Marco Pannella, diputado independiente en las listas del PCI en 1979, y luego en las del PDS, del que fue primer presidente. También se ha mostrado particularmente activo en terrenos como la protección de datos, el referéndum sobre el caracter público del agua de 2012 y muchas otras iniciativas cívicas.
Il Manifesto, 23 de abril de 2013
Traducción y selección para www.sinpermiso.info: Lucas Antón