José Luis Rodríguez 
 Cubadebate.cu - 4 mayo 2015 | 11

Entre los factores que deben tomarse en cuenta en el estímulo al crecimiento de la productividad del trabajo juega un papel determinante el incremento de los ingresos del trabajador. En las presentes condiciones de la economía cubana, el análisis de este tema resulta de elevada complejidad dado el conjunto de factores que inciden en él y la transformación actual de los mecanismos de retribución.

Tomando esto en cuenta, en este análisis no se pretende agotar el tema, aunque se tratará de mostrar el papel de los diferentes elementos que inciden en su determinación.

En primer lugar, se trata de examinar separadamente el sector estatal del no estatal, considerando que en este último los factores que determinan la retribución del trabajo están mediados por relaciones de mercado y su relación económica con el Estado transcurre básicamente por la vía fiscal a través del pago de impuestos.

En este caso puede decirse que no hay límites a la retribución laboral más allá de la carga fiscal, por lo que -tomando en cuenta los déficits en la oferta estatal de un grupo de bienes y servicios a la población- los precios resultan actualmente elevados dada la fuerte demanda insatisfecha de los mismos y -consecuentemente- los ingresos de los trabajadores por cuenta propia y los cooperativistas son naturalmente muy superiores a las retribuciones que el Estado puede brindar a sus empleados, dados los compromisos que tiene en relación con la acumulación y el consumo de toda la sociedad.

Centrando la atención en la economía estatal, debemos tomar en cuenta que esta abarca un sector empresarial y un sector presupuestado, que tienen dinámicas diferentes. También debe considerarse que los ingresos de los trabajadores estatales se componen de salarios (el elemento básico), ingresos por sistemas de estimulación (esencialmente en CUC) que no se computan en el salario y, en menor medida, pagos en especie que pueden incluir alimentos, ropa, calzado y artículos de higiene personal.

Los salarios han estado determinados en general por parámetros  o escalas en función de la complejidad, calificación y resultados del trabajo. Un primer problema a destacar es la diferencia entre el salario nominal -que no toma en cuenta su poder de compra- y el salario real, que sí lo contempla.

Si se examina la dinámica del salario nominal promedio medido mensualmente entre 1989 y el 2013 -según el Anuario Estadístico de Cuba-, se aprecia que pasó de 188 a 471 pesos, para un crecimiento de 2,5 veces en 24 años, lo cual resulta apreciable. Sin embargo, si se incluye en el análisis la dinámica de los precios minoristas estimada para el mismo período, a fin de calcular el salario real, se observa que el salario nominal de 2013 equivale a entre 106 y 51 pesos del salario nominal de 1989.  En todo caso, aun con diferentes cálculos, lo que no ofrece dudas es que el poder de compra real del salario no se ha recuperado en estos años, lo que es un factor importante de desestímulo al incremento de la productividad del trabajo.

No obstante, más recientemente se observa un gradual incremento del salario real en la misma medida en que se aplican fórmulas que posibilitan incrementar el pago de acuerdo a los resultados en el sector empresarial, lo que debe sustentar un crecimiento más dinámico de la productividad del trabajo.

Así, por ejemplo, en la entidad BioCubaFarma el salario medio previsto para este año le permitirá alcanzar un salario real equivalente a un poder de compra de 325 pesos de 1989, un 73% superior al salario nominal medio de ese año. Esta situación también se reflejará en alrededor de 70 empresas que pagarán salarios nominales promedio de entre 1 000 y 3 000 pesos mensuales, así como en el sector de la salud, cuyo incremento salarial computó unos 2 750 millones de pesos anuales para más de 440 000 trabajadores.

Para enfrentar los desequilibrios salariales presentes no sería lo más efectivo una reforma general de salarios, tomando en cuenta los resultados de experiencias como la de 1981, que engendró importantes desequilibrios en la economía nacional. Con vistas a evitar errores pasados, será indispensable que -a nivel macroeconómico- la productividad crezca más rápido que el salario medio y que la proporción del salario no rebase los límites previstos en relación con el valor agregado bruto, o sea, el nuevo valor creado.

La dinámica de este último aspecto mostró tendencias negativas en el primer decenio de los años 2000, cuando la productividad aumentó 46% pero el salario medio se elevó en 87%. En el período 2009-2013, esa situación comenzó a corregirse en la misma medida en que la productividad del trabajo creció 10,7% mientras que el salario medio escaló 9,8%. Para el plan 2015 se prevé que los salarios aumenten 5,8% y la productividad 6,2%.

Otra forma de mantener la retribución del trabajo en un cauce adecuado consiste en fijar la proporción de los salarios a pagar en relación con el valor agregado bruto. Este índice reflejó los fenómenos apuntados en el párrafo anterior, al computar hasta 0,43 a inicios de los años 2000, proporción que se redujo a 0,3326 en el plan del presente año.

Un ingreso laboral no siempre vinculado con los resultados del trabajo y que tampoco se incluye en el salario es el monto de los sistemas de estimulación en divisas. Estos esquemas se introdujeron a la par con la doble circulación monetaria en 1994 y -en la medida en que se concentraron en las actividades generadoras de ingresos en divisas- aportaron resultados favorables. Alcanzaron su mayor impacto alrededor de 2007, cuando se estima que llegaron a alrededor de 820 000 trabajadores estatales -el 20,3% del total- con un monto de unos 118 millones de CUC, para un ingreso medio de 12 CUC mensuales.

Finalmente, otros ingresos monetarios beneficiaron a la población desde 1993, cuando se autorizó la recepción de remesas en divisas que, si bien incrementaban los ingresos de una parte de los habitantes del país -que se ha estimado en el 25% del total-, no se vinculaban con los resultados del trabajo y no incidían directamente en el aumento de la productividad.

En síntesis, la recuperación del salario real de los trabajadores estatales es un elemento clave para el incremento de la productividad del trabajo, lo cual debe reflejarse también en un aumento del peso de los salarios nominales en el total de ingresos, que disminuyó de 80% a solo 46% en los últimos 30 años.

En ese sentido, la política que se ha comenzado a implementar para vincular la retribución laboral con los resultados del trabajo en las empresas es un elemento de enormes potencialidades. No obstante, el aseguramiento de factores que la empresa no controla -como el financiamiento de los suministros importados- puede frenar este mecanismo, para lo cual deberán adoptarse otras medidas que impidan esa y otras afectaciones externas al cumplimiento de los indicadores directivos del plan.

Igualmente -tal y como se ha hecho con el sector de la salud y el deporte- habrá que diseñar otras políticas que permitan incrementar los ingresos de los trabajadores del sector presupuestado -sin crear desequilibrios inmanejables-, tomando en cuenta que en estos sectores se ubican factores estratégicos para el desarrollo del país, tales como la educación y la ciencia, que hoy padecen la migración de fuerza de trabajo calificada.

(Tomado de Cuba Contemporánea)