08/05/2015

-                      La problemática educativa no puede ser entendida sin vincularla con el conjunto de la totalidad social de la cual forma parte. Lo educativo debe remitirnos,  necesariamente, a lo no educativo, si queremos realizar un análisis profundo y no solo a un nivel fenómenico o sintomatológico de la misma.

-                      Este tipo de análisis superficial es el que ha predominado en los últimos años, se identifican una serie de variables, predominantemente cuantitativas, se realiza un  análisis de las mismas remitiéndose solamente al campo educativo, y se diagnostica una crisis cuya causa se encuentra,  siempre, en razones de carácter educativo: el sistema de formación docente, el ausentismo de los profesores, la falta de vocación, la continuidad de una pedagogía dogmática, el predominio de valores perimidos (gratuidad, laicidad, etc.) Se compara a la educación con otras realidades sin tomar en cuenta los contextos específicos. Ejemplo: comparación Uruguay-Finlandia.

-                      Un análisis contextuado de la problemática educativa, debe tomar en cuenta las múltiples dimensiones y elementos que condicionan y determinan a este fenómeno: económicas, sociales, políticas, culturales, etc.

-                       Este análisis no puede soslayar el carácter dependiente y subordinado de la economía uruguaya, el predominio durante años de una ideología claramente neoliberal, las tendencias postmodernas, tanto a nivel de la intelectualidad como de la cultura, la desideologicación  y despolitización, que obedece a diversas causas, de gran parte de la sociedad, y la “pérdida de sentido” que se relaciona con estos fenómenos.

-                      El carácter dependiente se relaciona con diversos fenómenos que afectan, directa o indirectamente, a la educación: condicionamientos impuestos por organismos internacionales de los cuales se quiere formar parte o a los cuales se solicitó crédito, bajos presupuestos, que han mejorado, pero que aun están lejos de lo que sería deseable, los cuáles suponen bajos salarios, multi-empleo a nivel docente, con la correlativa desmejora del desempeño de los mismos, etc.

-                      El capitalismo actual es además un capitalismo en crisis, entendiendo la misma no solo como económica sino como crisis “estructural” y “omniabarcativa”,  siguiendo la definición y caracterización que de ella da Meszaros, la cuál es permanente y abarca todas las dimensiones sociales.

-                      La sociedad uruguaya es, como señalamos arriba, capitalista y dependiente, altamente polarizada en cuanto a los niveles de distribución de la riqueza, mejor que en otros países latinoamericanos, pero compararnos con estos países es compararnos con aquellos que tienen una muy mala distribución de la riqueza en el mundo.

-                      Son estas causas estructurales las determinantes de la desigualdad en los resultados educativos y no la desigualdad en los resultados educativos la responsable de las diferencias estructurales, de la pobreza y de la concentración de la riqueza. Hemos sido bombardeados por análisis que centraban la causa principal de la desigualdad social en la educación, soslayando la existencia de una estructura económica fuertemente polarizada, y que los gobiernos progresistas no abordaron en sus causas estructurales, sino que plantearon una serie de medidas, muchas de ellas compartible, pero que mantuvo intactas las estructuras sociales más profundas. Recordando a Marx, podemos decir que es el ser social quien determina la conciencia y no la conciencia lo que determina el ser social, sin que esto signifique una postura unilateral que niegue la relevancia de lo que desde una perspectiva marxista constituye parte de la superestructura.

-                      Esto no quiere decir que la educación sea un elemento puramente pasivo y que no cumpla ningún papel en los procesos sociales, tanto en su estructura, como en su ideología, como en su política y cultura, desempeña un papel fundamental, pero no es el papel determinante en última instancia.

-                      Para eliminar las profundas desigualdades existentes, son necesarios cambios sustantivos, y los cambios a nivel de las estructuras económicas existentes son esenciales, los cuáles suponen cuestionar la propiedad privada y avanzar en procesos de socialización. La educación puede acompañar, promover y brindar herramientas fundamentales para esas transformaciones pero no se le puede exigir a la educación lo que la educación no puede hacer por sí sola.

-                      Solo se puede avanzar en esos procesos a través de la política y la lucha política, no se acabará con las desigualdades sociales a través de cambios en la educación, ni como producto de un proceso de evolución natural de las sociedades, ni por la buena voluntad de los capitalistas, la política es la instancia fundamental para transformar la sociedad en su conjunto, y solo con una decidida voluntad política se podrá realizar esa transformación, la cual no debe temer confrontarse con los poderes existentes.

-                      Desde nuestra perspectiva, la “crisis de la educación” es expresión de una crisis del conjunto de la sociedad, de una crisis global del capitalismo que no es solo económica, sino social, política, cultural, etc. A nivel cultural uno de sus rasgos es la pérdida de sentido, el nihilismo contemporáneo, lo cual se expresa en la retórica postmoderna como caída de los metarrelatos, etc.

-                      En la conformación de esa cultura nihilista, como parte de lo que con Jameson podríamos llamar la “lógica cultural del capitalismo actual, en los procesos de desideologización y despolitización, en el desarrollo del consumismo, entendido no solo como fenómeno económico sino ideológico y cultural, en la trasmisión de la mitología neoliberal y sus utopías han cumplido un papel fundamental los medios de comunicación. Las instituciones educativas no se pueden considerar el Aparato ideológico dominante como las caracterizba Althusser, si alguna vez lo fueron, han sido desplazadas por los Medios Masivos de Comunicación, sobre todo los audiovisuales. La ideología y valores trasmitidos por los medios, propiedad a su vez de grandes monopolios capitalistas permea toda la sociedad, muchas veces entrando en contradicción con las funciones y valores que intenta trasmitir la educación, la cual nació con la ilustración, o dicho de otra forma en el período ascendente y revolucionario de la burguesía.

-                      La “pérdida de sentido” solo podría ser enfrentada por la izquierda proponiendo un horizonte revolucionario, un proyecto socialista, una dimensión de un futuro alternativo que hoy la izquierda pragmática ha dejado de lado. Construir sentido, superando las perspectivas que visualizan el futuro como una eterna repetición del presente, que aceptan con resignación el estado de cosas actual, es uno de los aportes fundamentales de todo proyecto revolucionario.

-                      La izquierda pragmática ha dejado de lado este horizonte revolucionario y aceptado en mayor o menor medida, en forma más o menos explícita, la tesis del “fin de la historia”. El horizonte insuperable de la humanidad es la democracia representativa y la economía de mercado, la función de la izquierda sería, aceptando estas premisas como destino insuperable, luchar por mejores condiciones para los sectores menos favorecidos, para que la mayor parte de los excluidos sean “incluidos” en la sociedad capitalista, que los explotados sean un poco menos explotados, pero no organizar a los excluidos y explotados para superar una sociedad que produce explotación y exclusión.

-                      En esta clave se pueden comprender e interpretar muchas de las políticas asistencialistas o focalizadas que se llevan a la práctica a nivel de la educación. El proyecto de sociedad que presuponen, al plantearse no como temporarias sino como políticas educativas permanentes, es una sociedad que va a seguir produciendo altos niveles de explotación y exclusión.

-                      El problema, más que políticas focalizadas y asistenciales si o no, sería políticas focalizadas como algo transitorio o permanente, continuidad de las causas estructurales que hacen necesarias las políticas focalizadas, o superación de las mismas.

-                      La educación, en tanto conjunto de instituciones cuya función específica es la transmisión del patrimonio cultural de la humanidad, ha visto desvirtuada sus funciones, y esto ha contribuido a crear un nuevo imaginario sobre cuáles son las funciones de la misma. Cada vez nos encontramos más con una educación que como dice el escritor Gustavo Espinosa es “La muchacha que nos ayuda con el Johnatan”, donde sus funciones específicas: trasmitir la herencia cultural de la humanidad, formar ciudadanos, desarrollar el pensamiento, habilitar a niveles superiores de educación, etc,, son en la práctica o en teoría cuestionados como objetivos de la educación, cumpliendo, cada vez más, funciones de cuidado, de “retén”, de “contención”, cuasi literal, en el continente que son las instituciones educativas. Planteándolo de otra forma: la educación ha devenido cada vez más de aparato ideológico en aparato represivo  según las definiciones de Althusser, lo cual no significa, claro está, que no cumpla funciones ideológicas.

-                      -Esta transubstanciación de la educación se ha hecho, además, sin tomar medidas que serían mínimas para la adquisición de estas nuevas funciones. Sin contratar los profesionales y personal necesario para realizarlas, que van desde equipos multidisciplinarios hasta porteros (insistentemente reclamados por los sindicatos de la educación).

-                      Ha sido en el personal docente y no docente sobre quien han recaído todas estas nuevas funciones, exigiéndole, muchas veces, la subordinación de lo pedagógico a los fines de “inclusión” o “contención” considerados superiores por las autoridades.

-                      SI bien toda transformación se intenta justificar en “razones pedagógicas”, las razones reales, muchas veces no son las pedagógicas. Un ejemplo de esto es la extensión horaria del tiempo pedagógico, un nuevo dogma incuestionado, que ha pasado de proponer escuelas de tiempo completo a liceos de tiempo completo. No somos a-priori contrarios a la extensión pedagógica, si creemos necesario su análisis, y plantearnos algunas preguntas: ¿han mejorado los aprendizajes a partir de la implementación de la misma?; ¿supone más horas mejor educación?; ¿pueden abordar los docentes un número mayor de temáticas?, etc. Preguntas que es necesario hacer porque son las razones en las cuales se fundamenta. La extensión horaria, transformada en evangelio, se ha llevado adelante desde la escuela hasta los últimos años de liceo, incluyendo UTU y sus bachilleratos nocturnos, ¿está justificada en todos los años por igual?. Y en caso que estuviera justificada, ¿el mayor tiempo de permanencia en las instituciones educativas tiene que significar extensión del horario pedagógico o se debería pensar en otro tipo de actividades no directa o principalmente educativas? Estas problemáticas han sido planteadas por Danae Shartou en un muy buen artículo llamado “docentes muy preocupados”

-                      La extensión, más allá de las razones pedagógicas aludidas, responde a transformaciones que ha vivido la sociedad uruguaya, la inserción masiva de la mujer en el mercado laboral, es una de esos cambios fundamentales. Es necesario que alguien se haga cargo de los niños durante las a veces muy prolongadas jornadas de trabajo de los padres. Es sin duda un problema al cual se debe dar una respuesta, la pregunta es si la respuesta que se ha dado es la mejor o se deben pensar otros caminos que no desvirtúen la educación. Nos encontramos además con otros problemas: en una perspectiva estratégica que apuntara a una transformación social se debería pensar en una reducción de la jornada laboral, en la extensión de las licencias maternales o paternales (como en Suecia o Cuba), la cual se alargó pero no lo suficiente, debido a razones económicas de financiamiento que opuso el vicepresidente. Tal vez el sistema nacional de cuidados pueda contribuir a la solución de esa problemática.

-                      Esta extensión del tiempo escolar, además de relacionarse con la inserción de la mujer al mercado laboral (con todos las consecuencias positivas que ese hecho tuvo), se asocia también, por lo menos en muchos casos, con el desarrollo de una cultura consumista (“El nuevo uruguayo” del cual habla Sandino Núñez es una expresión clara de eso), donde las jornadas laborales se multiplican a veces no tanto para satisfacer necesidades indispensables, sino esas otras creadas por los medios masivos de comunicación y que tampoco se plantea como un problema por parte de las tendencias predominantes a nivel de la izquierda.

-                      Pero la educación ha sido objeto de otro tipo de exigencias no siempre compatibles con las funciones de inclusión y “contención”. A los maestros y profesores se los presiona para que los estudiantes sean promovidos o pasen de examen (con mecanismos coercitivos como la dirección o inspección) pero después se exigen buenos resultados a nivel de pruebas como las PISA, en una extraña mezcla de discurso postmoderno “Inclusivo” y “relativista”, donde no importa tanto aprender determinados contenidos específicos sino “aprender a aprender”, para el cual todos los saberes son válidos, no habiendo un saber superior a otros y una metodología cuantitativa-positivista con muchos elementos de evaluación empresarial de resultados. Los mismos se exigen sin tener en cuenta que las políticas llevadas adelante han supuesto un rebajamiento constante de los niveles de enseñanza, son requeridos, además, en un corto plazo, lo cual contrasta con las valoraciones que se realizan cuando se exigen resultados en otras áreas como seguridad: donde siempre se señala que hay procesos que son lentos, y que no se puede cambiar de la noche a la mañana.

-                      Este desvirtuamiento de la funciones educativas, estas múltiples presiones, así como el creciente proceso burocratizador de la educación, dónde cada vez más se intenta transformar en una especie de trámite el pasaje por las instituciones educativas y no un proceso de enseñanza-aprendizaje (recordemos la propuesta de Filgueiras de eliminar la repetición), no solo no beneficia a los estudiantes, sino que ha desvalorizado al docente, el cual se ha visto sometido a una doble desvalorización: económica y simbólica, acusado de gran parte de los males que padece la sociedad, y acusado por los que son a veces sus principales responsables como aquellos que gobiernan el país, ha sido el chivo expiatorio elegido por los grandes medios y por gran parte del espectro político para impedir la visualización de las causas más profundas y reales de los problemas del país. Desde este punto de vista, no es nada sorprendente que se hayan multiplicado los casos de violencia contra los docentes, que no es solo contra los trabajadores sino que, en general, tiene un carácter de género: las atacadas son mujeres y trabajadoras, la mayoría de las veces sino todas.

-                      Otra de las exigencias recurrentes es subordinar la educación a las necesidades del mercado, “dar oficios”, la educación secundaria, se plantea desde los discursos dominantes, debe apuntar más a esa función y no a formar para la Universidad. Por eso, a nivel pedagógico, se debe hacer énfasis en lenguas extranjeras, en matemáticas, en talleres, etc.

-                       Estas afirmaciones se han transformado en una especie de dogma aceptado y repetido por un amplio espectro político también. ¿Los jóvenes de hoy no quieren ir a la Universidad? ¿Por qué se ha multiplicado entonces la matrícula Universitaria que pasó de menos de 20000 antes de la dictadura a casi 100000 hoy? ¿Debe ser la función principal de la educación secundaria formar para el mercado, lo cual a veces confunden con formar “para el trabajo”, o una de sus funciones debe ser habilitar para continuar con estudios de nivel superior, lo cual no sólo se debería garantizar sino promover, si es que apostamos a un desarrollo realmente autónomo? Mientras tanto, las instituciones de enseñanza secundaria privada insisten en su carácter preuniversitario. Estamos ante un proceso que parece apuntar a brindar una educación más bien técnica y “flexible”, que permita una rápida inserción en un mercado laboral también “flexible” y “cambiante”, para los hijos de los trabajadores y la mayoría de la población, y una educación secundaria de elite para aquellos destinados al saber teórico y a la Universidad. Cómo el viejo Platón se propone una educación diferenciada según las clases sociales, apuntando al cumplimiento futuro de funciones diferentes en la división del trabajo, y esto se hace la mayor parte de las veces en nombre del interés de los pobres, cuando no hace más que tender a reproducir en forma ampliada las relaciones de dominación y explotación existentes. Esto se expresa claramente en los discursos que promueven una educación diversa y contextualizda, que apuntan a permitir y perpetuar la reproducción de la “diversidad estructural” celebrada desde una discursividad postmoderna que celebra uniformemente la diversidad como señala Alma Bolón. 

-                      En este contexto, la educación se ha transformado en un centro de luchas políticas muy agudas desde hace muchos años. Hay un modelo de educación construido por décadas que ha chocado con los intereses capitalistas y con el desarrollo del capitalismo uruguayo en el contexto de dependencia. La cuestión es que direcciones deben seguir las transformaciones en la educación, una que responda  a las necesidades del capital o una dirección que responda a un nuevo horizonte social.

-                      Las políticas regresivas a nivel de educación no son nuevas, ha habido diversas etapas, pero la misma está en el punto de mira de las clases dominantes desde el gobierno de Jorge Pacheco Areco. Ahí comenzó el ahogamiento presupuestal, el avasallamiento de la autonomía, el cuestionamiento a los espacios democráticos de decisión y al cogobierno.

-                      La ley 14101 del Gobierno de Bordaberry, conocida como Ley Sanguinetti, comenzó un proceso de avasallamiento de la autonomía y de eliminación de instancias democráticas de decisión que suponían la participación activa de los docentes. La misma fue cada vez más sometida al poder político, en particular al ejecutivo, manteniéndose la autonomía jurídica pero siendo designado los consejeros en su totalidad por el poder ejecutivo con venia del senado.

-                      Esa situación se mantuvo con la ley de emergencia de 1985 y no cambia en forma sustancial con la ley de educación actualmente vigente que no consagra la autonomía y el cogobierno real. La derecha y la prensa repiten que la educación está manejada por los sindicatos, pero la mayoría absoluta en todos los consejos corresponde a consejeros propuestos por el gobierno. Por lo cual no se puede decir que la educación actualmente haya superado su subordinación al gobierno, sino, por el contrario, la misma se ha perpetuado.

-                      El cogobierno, en otros tiempos principio de la izquierda, es cuestionado en forma permanente por la derecha pero también por importantes sectores de la izquierda. Desde nuestra perspectiva, el cogobierno no es solo un principio educativo fundamental, sino que es un elemento de socialización del poder, de participación activa de sectores no hegemónicos en instancias de decisión, es garantía de la autonomía real y no solo jurídica de la educación.

-                      Todo proyecto de izquierda debe partir de los principios de la educación uruguaya y no de su cuestionamiento, son estos principios, este ADN, los que hicieron que la educación uruguaya fuera en un momento orgullo del país, y es a través de la recreación de estos principios que debemos pensar la educación y no de la negación de los mismos “porque en ninguna parte del mundo es así” como se suele decir.

-                      La integralidad de la educación también ha sido en la práctica fuertemente cuestionada, con la propuesta de orientar la educación cada vez más hacia el mercado, hacia lo técnico, determinados saberes son hipervalorizados (en forma cuasi-sintomática la enseñanza de inglés) y otros saberes son desvalorizados, sobre todo aquéllos que se pueden agrupar como humanísticos, aunque no corren mucha mejor suerte las ciencias naturales.

-                      En ese sentido, vemos aflorar propuestas que proponen dejar de lado filosofía y literatura como materias obligatorias. Esto era parte del programa del Partido Nacional, pero tal vez no sea más que la expresión más extrema de una concepción educativa compartida por un amplio espectro político.

-                      Uno de los objetivos que debería proponerse una perspectiva de izquierda que apunte a transformaciones profundas es el desarrollo de las capacidades interpretativas, el desarrollo de saberes que permitan la construcción de una concepción global del mundo, en medio de la pérdida de sentido, el bombardeo informativo, y una cultura de la imagen contrapuesta a una cultura del concepto, una cultura de homo videns como sostiene Sartori, relacionada con el inmediatismo, la desideologización, la despolitización y el consumismo. Apostar a una educación integral, humanística, en el sentido que se le da a este término desde el renacimiento, que no subvalore lo técnico como en las sociedades donde predominaba una ideología feudalizante, pero que tampoco lo sobrevalore, lo cual es propio del pragmatismo capitalista, que sepa combinar una educación que sea a la vez teórica, técnica, artística, física, etc., debría ser una de las orientaciones principales.

-                      Muchas veces, en nombre de la “educación integral”, se propone la mutilación de la misma, se sostiene que la enseñanza es excesivamente teórica, humanística y poco integral para proponer su orientación al mercado, así, en nombre de un principio, se apunta a consolidar lo opuesto en la práctica. 

-                      Resumiendo un poco lo que venimos diciendo hasta acá: un proyecto de educación, en una perspectiva de izquierda transformadora, debería basarse en los principios históricos de la educación uruguaya (en su ADN), que fueron consagrados por los movimientos estudiantiles en alianza con los trabajadores: autonomía, democracia, cogobierno,, integralidad, etc. , superando las formas gerenciales y empresariales de gobierno, esto se enmarca en el avance hacia un proceso socializador del poder. Esto supone una apuesta fuerte y real a la educación pública, apuntando no a que esta conviva con la educación privada sino que poco a poco la educación privada pierda su razón de ser, no creemos que sea posible prohibir la educación privada, pero el objetivo último debería ser que el conjunto de la educación sea pública. Hoy el 80% de los estudiantes concurre a las instituciones públicas, en países como Finlandia es un 98%, siendo el porcentaje del PBI volcado a la educación mucho mayor que el de Uruguay. Hacia un objetivo como ese y no a una suerte de convivencia o, peor aún, a un sistema de vouchers, que implicaría el financiamiento público de la educación privada, de instituciones orientadas hacia el lucro, y que reproducen fuertemente la ideología clasista y las relaciones de clase, es a lo que se debería apuntar. Qué un gobierno que se dice de izquierda oficie de salvador y promotor de la educación privada, a través del financiamiento estatal, sería un verdadero retroceso histórico, más cuando diversas investigaciones, como en las que su momento realizara Adriana Marrero, comprueban el carácter fuertemente reproductor y polarizador que tuvieron este tipo de políticas en Chile, contra el cual los estudiantes se rebelaron, logrando el inicio de un proceso de desmontaje del modelo, y que acá algunos tecnócratas quieren imponer. También se debería apuntar a un proceso de replanteamiento de muchas de las políticas y orientaciones de los últimos años: desde la extensión horaria hasta las denominadas políticas de “inclusión”.

-                      Estas orientaciones y modelos educativos que han predominado no son ajenos a un modelo de país que no se plantea una transformación social profunda ni la ruptura con el imperialismo, ni, por tanto, la superación de la dependencia. Si, tal vez, el atemperamiento de las desigualdades sociales y un mayor grado de autonomía pero que no cuestione las estructuras de dominación a nivel internacional.

-                      Una educación democrática e integral es coherente con el objetivo de una sociedad socialista, que necesariamente deberá superar las limitaciones de la democracia actual, hacia una democracia participativa, socializadora del poder y con un desarrollo social en múltiples dimensiones, superando estrecheces economicistas. Es imprescindible un desarrollo científico y tecnológico autónomo, para lo cual habrá que multiplicar los recursos destinados a investigación (los cuales han aumentado durante estos dos últimos períodos de gobierno pero sin superar el 1% del pbi), lo cual es imprescindible para el proceso  de la segunda independencia, que deberá tener un carácter no solo socialista sino latinoamericanista, pero cuando se habla de aumentar los recursos destinados a investigación, no debemos reducirnos al ámbito de aquellas áreas científicas y tecnológicas más relacionadas con el desarrollo de las fuerzas productivas, sino en su amplio espectro, que nos permita el desarrollo de las ciencias sociales y las humanidades, así como la producción artística. En tanto, la producción científica y tecnológica está fuertemente asociada con la UDELAR, esto nos parece un elemento central a la hora de pensar un proyecto educativo desde una perspectiva de izquierda. En la construcción de un orden nuevo es imprescindible el desarrollo de una nueva cultura, es ese uno de los aspectos fundamentales que debe llevar adelante el bloque de fuerzas contrahegemónicas.

-                      Finalmente, queríamos señalar que si bien el objetivo de una educación emancipadora debe estar en el horizonte, debemos ser conscientes que esto no se puede lograr en el marco de una sociedad capitalista, la emancipación no puede realizarse a partir y desde la educación, es un proceso antes que nada político y que solo se podrá realizar por estas vías, al cual la educación puede acompañar. Exigir una educación emancipadora en el marco de la sociedad capitalista es exigir algo imposible, la educación se encuentra permeada por la ideología dominante, gran parte de los trabajadores de la educación son portadores de esa ideología, y eso solo cambiará cuando la ideología que predomine en la sociedad sea otra. Pero así como cabe señalar la imposibilidad de una educación emancipadora en el marco de la sociedad capitalista, también es necesario decir que esto no significa que “no haya nada para hacer”, tampoco creemos que la educación sea una simple polea de trasmisión de la ideología dominante, es un campo de batalla, dónde es necesario dar la lucha por la concreción de una educación lo más democrática posible, con la orientación de los principios educativos que son conquistas históricas, enfrentándose a todas aquellas tendencias que quieren subordinarla a las necesidades de los poderes dominantes.