Daniel Albacete 16/04/2015

El Frente Amplio nació-para nadie es secreto-con la doble condición de coalición y movimiento.

Coalición de partidos y grupos políticos con objetivos finales diferentes pero con un programa común de soluciones para la sociedad uruguaya.

Es decir, la unidad en la diversidad.

Y también movimiento, porque en ese entonces el movimiento que se expresaba en las organizaciones sociales, particularmente el movimiento sindical, estudiantil, barrial, cooperativo, había llegado a una  madurez política que encontró su cauce y su síntesis política  en el FA.

Y ese cauce fueron los comités de base porque-entre otras cosas- tomaron de aquellos una de sus peculiaridades  más importante: la no partidización.

Este-la condición de coalición y movimiento- es uno de los rasgos que hizo de nosotros motivo de admiración y modelo en América y el mundo.

Pero el país y el mundo han cambiado radicalmente. Y el FA, la izquierda en su conjunto, casi no han tomado seriamente y en profundidad esos cambios.

 

PARADOJA HISTÓRICA

Si, a través del tiempo trazáramos una gráfica que mostrara la evolución del FA como organización política popular, sus estructuras, sus vínculos con el pueblo, y su capacidad de convocatoria y movilización, ¿qué veríamos?

Veríamos que, en sus inicios, junto a los acuerdos fundacionales entre partidos y personalidades, irrumpe un torrente de pueblo que encuentra su cauce en los comités de base. Es muy importante destacar el hecho que esta irrupción popular no fue una resolución de la dirigencia, sino al revés: fue asumida por ésta como un hecho absolutamente natural.

 Por entonces, aunque teníamos vocación de gobierno, ello tenía mucho de sueño, de horizonte más bien lejano.

 En el otro extremo de la gráfica, es decir en la actualidad, nos encontramos con que,  al cabo de un largo camino sembrado de luchas y de pérdidas irreparables, finalmente estamos en el gobierno. Pero la fuerza política que lo sostiene tiene poco o nada de aquella de sus inicios. Podría ser para bien, pero creemos que, lamentablemente no es el caso.

Veamos qué decía en el 2004 un trabajo producido por la coordinadora B: “La vida de los comités y coordinadoras, sus reuniones, se han vuelto rutinarias, meramente operativas e incluso aburridas. El mecanismo que hace girar las reuniones a partir de los informes que se trasladan desde la M.Política ha terminado por quitar frescura a las reuniones, por impedir iniciativas, por encerrar los debates en problemas de la interna con casi total ausencia del debate político nacional e internacional”.

Y agrega “Las decisiones esenciales del FA se debaten en ámbitos diferentes, y no sólo sucede que iniciativas o planteos de las estructuras de base no llegan a ser debatidas en la dirección, sino- lo que es más importante- no se incentiva desde los planos de dirección una participación política más activa de las bases”.

Esta situación que señalaban los compañeros de la coordinadora B hace once años atrás ha sido superada negativamente y hoy, con el FA en el gobierno, ya no queda, de los comités y coordinadoras más que una cáscara vacía.

ES POSIBLE RECUPERAR AL FA DE ESTA SITUACIÓN?

Ésta es una pregunta que así como está, se puede responder de varias maneras y, lo que es más complejo, hasta con varias respuestas antagónicas. Por lo cual conviene hacer antes otras preguntas:

-1 Qué democracia queremos los frenteamplistas?

Esto es un vital punto de partida que no podemos soslayar.

Desde su nacimiento y hasta después de la dictadura se puede decir que el FA recogió las mejores tradiciones democráticas de nuestro pueblo y sus raíces artiguistas. Democracia representativa en tanto las bases formaban parte de todos los organismos del FA, especialmente por la preponderancia que le daban los más altos dirigentes, con Seregni a la cabeza, como así también los partidos.

Democracia de mayorías y de consensos.

Democracia expresada en los congresos, en los cuales se reivindicaban los valores artiguistas.

Pero hoy en el FA hay quienes-incluso figuras de primera línea- niegan el valor de esta democracia si en algún congreso hay resoluciones que no son de su agrado.

Se ha llegado al extremo de desconocer desde el propio gobierno mandatos de los congresos, lo que para nadie es un secreto.

Por tanto se impone un debate abierto en donde cada cual diga qué democracia prefiere. 

-2 La definición de fuerza política Popular, Democrática, Antiimperialista y Anti oligárquica que figura en el acta fundacional, ¿sigue vigente para todos? 

Si nos detuviéramos detalladamente en cada concepto sería algo realmente largo. Tomemos, entonces, muy resumidamente sólo dos de ellos: antiimperialista y anti oligárquico. Se trataba, obviamente, de dos enemigos, el imperialismo (multinacionales, Banco Mundial, FMI, etc.) y la oligarquía (banca extranjera y especulativa, grandes latifundios, etc.)

A los que invocamos tales conceptos hoy se nos tilda de anacrónicos. Pero, más allá de calificativos, éstos u otros enemigos, ¿realmente no existen más.

También acá, entonces, debe haber un debate franco, donde se diga, sin vueltas, lo que se piensa.

El FA se puede transformar (¿o ya lo ha hecho?), bien en un partido más del sistema, parecido o similar a los P. Tradicionales tanto en su forma antidemocrática como en su esencia burguesa, o bien en una fuerza que retome su raíz popular y liberadora.

Luego de una breve primavera popular, ya en los 90 la sociedad uruguaya comenzó un declive en la participación masiva. La única fuerza que, por su historia podía recuperar el terreno perdido, el FA, lejos de ello, inauguró un nuevo proceso de política de cúpulas.

Hoy, las resoluciones del FA pasan casi exclusivamente por acuerdos de cúpulas partidarias, bancadas parlamentarias o despachos ministeriales o municipales. Los frenteamplistas, el pueblo frenteamplista-hoy tantas veces invocado-ha quedado marginado y se informa, paradójicamente, por la prensa. Y no siempre de izquierda

PROFUNDIZAR AL DEMOCRACIA

El Plenario Nacional debe recuperar su condición de dirección política, con capacidad de iniciativa y control de la gestión de gobierno, convocándolo de manera regular como dictan sus estatutos. Es imprescindible desarrollar la democracia interna, en particular en la elección de sus candidatos comunes y autoridades, evitando acuerdos cupulares. El Congreso debe ser la instancia máxima de discusión, reflexión y planificación del pueblo frenteamplista y debe convocarse en los plazos estatutarios.

La política del FA y sus comités debe estar unida a las necesidades populares, impulsando la participación ciudadana en todos los ámbitos. El ciudadano debe ser partícipe y responsable de planificar, dirigir y controlar toda gestión pública junto a los gobiernos, tengan éstos carácter local, departamental o nacional. La comunidad es el instrumento para que los ciudadanos sean protagonistas conscientes de su destino, en la lucha por mejorar sus condiciones de vida.