EL ESTADO SOCIALISTA Y LAS EMPRESAS: UNA REFLECCION NECESARIA -I
Lic. Luis Marcelo Yera
(Publicado en Cuba: Investigación económica, Diciembre de 1996)
(Instituto Nacional de Investigación Económica -INIE)
INTRODUCCION
Un científico en boga recientemente fallecido, Carl Sagan, expresó en su famoso libro "Cosmos" con palabras que pudieran ser marxistas, lo siguiente: "…la ciencia no es perfecta y puede ser mal utilizada, mas es con mucho el mejor instrumento que poseemos, que se corrige a si mismo, que progresa sin cesar, que se aplica a todo. Obedece a dos reglas fundamentales: la primera, no existen verdades sagradas, todas las aseveraciones deben ser cuidadosamente examinadas con espíritu crítico, los argumentos de autoridad no tienen valor; y segundo, todo aquello que esté en contradicción con los hechos tiene que ser desechado y revisado" (Sagan, s.a.,p.381).
Parecería que la problemática de repensar el socialismo le viene bien mucho de la duda y la confianza del párrafo de Sagan.
No poco se opinó y opina, sin la necesaria fundamentación, sobre la supuesta caducidad o la mala aplicación de la ciencia marxista, y de la necesidad en ambos casos de echar a un lado lo inoperante, por improfanable que pueda parecer.
Obviando a los que reniegan del marxismo, los resultados científicos de los que lo secundan no se han correspondido con los esfuerzos realizados, sobre todo en la esfera clave de la producción socialista donde se han evidenciado las mayores debilidades.
En medio de la carencia de una correcta teoría orientadora, se observa con frecuencia no sólo mucho de retórica, sino un pragmatismo lamentable o un conservadurismo inquietante, tanto en el pensamiento de la izquierda marxista, como en los países que mantienen la esperanza de encontrar una alternativa al socialismo burocrático, al neoliberalismo y - ¿por qué no?- a las versiones capitalistas asiáticas y escandinavas.
Precisamente, el presente trabajo representa un esfuerzo todavía incompleto, aunque no dudo que polémico, por rectificar retomando la dialéctica materialista, aspectos conceptuales esenciales y universales de lo que fue una economía política teóricamente sesgada de la transición al socialismo y así facilitar la debida fundamentación de la política económica.
El estudio se centra en la relación sistémica y de entorno del binomio Estado - empresas estatales, como vínculo fundamental para resolver los problemas productivos del socialismo, representando a su vez una respuesta parcial al Proyecto "La microeconomía cubana en el proceso de recuperación económica", que ejecuta el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas, en el marco del Programa Nacional Científico - Técnico "La economía cubana actual: retos y perspectivas".
La denominada "batalla decisiva" a la que llamó el V Pleno del Partido comunista de Cuba en mayo de 1996 por hacer eficiente la empresa estatal, que ya viene enfrentando con distintas iniciativas el Ministerio de Economía y Planificación, pudiera encontrar aquí elementos estratégicos que, aunque necesitados de cuidadoso examen y completamiento en lo "anatómico" y lo "fisiológico", brinden una mayor nitidez en cuanto a la imagen organizativa a desear, sin olvidar la necesaria conciliación entre dos instintos integrantes de la naturaleza humana: el social y el de la apropiación.
SISTESIS HISTORICA DE LA EVOLUCION DE LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA ESTATAL
- La actividad productiva del Estado hasta 1917
Aunque en el pasado histórico se defendiera con pasión el criterio de que no corresponde al Estado interferir en el "dejar hacer" o ejercer actividades productivas y que éstas son prerrogativas exclusivas de los ciudadanos, se pueden encontrar desde la época esclavista excepciones a esta norma hoy reverdecida por el neoliberalismo.
Ello parte de que nunca ha sido posible delimitar claramente las funciones del Estado como persona jurídica de derecho público y su actividad productiva. Muchas iniciativas como la fabricación de armas y la construcción de caminos y acueductos están ubicadas en la frontera de esos dos tipos de desempeño.
La historia de la confusión entre lo que se supone debían ser las actividades de los particulares y las de la colectividad, según las características concretas del lugar de que se trate, nos conduce desde el estatismo Inca y el monopolio de la cera para la conservación de las momias en el antiguo estado egipcio, hasta las diversas manifestaciones durante el "boom" de ese fenómeno estatizador que puso de relieve la segunda mitad del siglo XIX europeo con administraciones estatales ferroviarias y marítimas, los monopolios públicos del alcohol, del tabaco, del fósforo, los correos y telégrafos, etc., pasando por el monopolio estatal en materia de seguros, surgido en la Europa del medioevo.
De la etapa tratada se destaca en Cuba la impopular monopolización del acopio y comercio del tabaco, implantado a su favor por la corona española en el siglo XVIII.
Sin embargo, el concepto jurídico de nacionalización no tiene más de ocho décadas. Data de febrero de 1917, cuando figuró por primera vez en la Constitución mexicana inspirada por la revolución de 1910, cobrando fuerza inmediatamente después en los primeros decretos revolucionarios de la naciente Unión Soviética. A pesar de ello hay que señalar que dicha moción no se incorporó a la palestra legal de manera súbita, sus antecedentes parecen encontrarse en la idea sobre la nacionalización de la sociedad y la vida económica, surgidas a mediados del siglo XIX, siendo el pensamiento de Marx el que en este sentido tiene la mayor repercusión durante la actual centuria.
- De Lenin a las privatizaciones actuales
Que estatizó el socialismo conocido?
Si bien no fue la revolución marxista de octubre 1917 en Rusia la primera en reconocer el concepto jurídico de nacionalizar, llevó a cabo en ese campo la más extendida y radical transformación de la vida económica que conoció la humanidad hasta entonces.
Por la vía de los Decretos, en los tres primeros años se nacionalizó toda la tierra (un caso único en el socialismo practicado), no su atención privada; las empresas industriales que ocupaban a más de 10 obreros o más de cinco si utilizaban instalaciones con motor; el transporte marítimo y fluvial; las compañías ferroviarias; la banca; los seguros, así como se monopolizó el comercio exterior e interior (Katzarov,1963,pp.61-62). En la constitución de 1918 se refrendó la propiedad socialista sobre los medios básicos de producción.
Sin embargo, esta situación restrictiva no se mantuvo estable. Luego del obligado y relativo repliegue que, por las conocidas circunstancias límites externas e internas significó la Nueva Política Económica (NEP) en materia de propiedad durante el período 1921-1928, la Constitución soviética de 1936 sobrepasó incluso lo realizado por la revolución antes de la NEP y dejó fuera de la producción estatal solo a la parte del área agrícola que cubrían las mayoritarias cooperativas o koljoses y a los trabajadores individuales por cuenta propia, ya fueran campesinos o artesanos. En la URSS, desde entonces, la propiedad no estatal sobre los medios de producción fue estrictamente limitada a lo expuesto hasta la llegada de la perestroika.
Pero aunque fue enorme la influencia stalinista y neostalinista sobre procesos socialistas desarrollados con posterioridad a la segunda guerra mundial, en materia de nacionalizaciones y de tratamientos a la propiedad no pocos de estos procesos se parecieron más a la fase leninista de la revolución soviética, NEP incluida, que a su larga etapa posterior previa a la perestroika.
Esta última, dicho sea de paso, también retomó en su primera mitad conceptos de Lenin, así como recogió la experiencia de los países socialistas que trataron de ser más flexibles.
Las diferencias básicas de las naciones socialistas menos ortodoxas, incluyendo a la China de hoy, con la etapa soviética postleninista en cuanto al área no estatal, estriban en permitir durante su evolución tanto las pequeñas empresas de nacionales con más de un trabajador como la inversión extranjera.
Es necesario aclarar en cuanto a la agricultura de los países socialistas estudiados excepto el caso cubano que ésta tuvo una minoritaria explotación estatal, la cual en el mejor de los casos no pasó del 30%.
En este contexto Cuba tuvo sus peculiaridades. La reforma agraria de 1959 aprovechó la existencia de latifundios norteamericanos y criollos para hacer avanzar hacia la explotación estatal el 40% de la tierra agrícola. Pero como dicha reforma agraria había fijado en la nada despreciable cifra de 402 hectáreas la cantidad máxima que podía permanecer en manos privadas, la burguesía rural cubana que se mantuvo en el país se hizo políticamente conflictiva y otra expropiación que disminuyó su poder económico se llevó a efectos en 1963, limitando a 67 hectáreas la tierra que se permitía como propiedad privada.
El gobierno revolucionario al llevar adelante, lo más rápidamente posible el socialismo proclamado en 1961, hizo que esta última reforma agraria elevara con el tiempo las tierras bajo explotación del Estado a más del 70%, un hecho único también dentro del campo socialista y el mundo.
Hoy, a la luz de los cambios internacionales ocurridos, la explotación estatal de la tierra (no la propiedad de esta última que se mantiene en no menos del 75% en el Estado), ha disminuido a un 33% (Lage, 1996). Las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC), familias y personas individuales han asumido en usufructo la diferencia que probablemente continúe aumentando. Ello aproxima este proceder con la agricultura cubana al que predominó en los restantes países socialistas en su momento.
También en cuanto al sector privado se ha permitido la actividad cooperativa en la pesca, aunque constitucionalmente no aparezca explícita como lo está el cooperativismo agropecuario.
En relación con la industria, a las nacionalizaciones iniciales contra el imperialismo y la oligarquía siguieron las de octubre de 1960 contra capitalistas cubanos. La Ley 980 de ese mes trasladó al Estado prácticamente toda la industria nacional con más de 25 trabajadores. Ocho años después, la llamada "ofensiva revolucionaria" liquidaría todo vestigio de pequeña y mediana propiedad en la industria, el comercio y los servicios, permitiéndose sólo cierta actividad privada individual o por cuenta propia. Ello sentó las bases para que la Constitución socialista de 1976 coincidiera en cuanto al tratamiento de la propiedad con la máxima ley soviética de 1936.
La reforma constitucional cubana de 1992 flexibilizó la anterior situación al declarar la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios Fundamentales de producción, un hecho conocido en el socialismo practicado, por lo que el éxito deberá marcarlo la "anatomía y fisiología" nuevas del sistema de empresas estatales.
Nacionalizaciones capitalistas y tercermundistas.
Como resultado de los problemas sociales y económicos sobrevenidos después de la primera guerra mundial, como también de la influencia mexicana y soviética, una serie de iniciativas tendientes a la socialización fueron llevadas a cabo en el mundo capitalista.
En 1919 Alemania se convirtió en el primer país europeo a excepción de la URSS, que introdujo constitucionalmente la noción de nacionalización. Esferas como la electrificación, la industria de la potasa, el transporte de gas y del agua, y las vías férreas, fueron alcanzadas por la influencia del Estado. Los cambios ulteriores en la orientación política del país y su ocupación ya como Alemania Occidental, retardaron pero no impidieron el afianzamiento del concepto en la Constitución federal de 1949.
Francia por su parte, desató una ola de nacionalizaciones a partir de 1944, la mayor del Occidente desarrollado, que tuvo su signo precursor en la segunda mitad de los años 30 cuando el gobierno creó monopolios estatales en los fósforos, la imprenta, las monedas, así como en los ferrocarriles y la aviación civil. Para 1948 cerca de la mitad de la producción industrial estaba nacionalizada, también la banca más importante y parte de los seguros. En aquel entonces predominaba en el país el ánimo de buscar nuevas soluciones para el interés público, por lo que los móviles usuales de las nacionalizaciones capitalistas (las dificultades económicas de las empresas, la seguridad nacional y las preocupaciones fiscales) pasaron a un segundo plano. Aún en 1981, ya en pleno desentono neoliberal, el gobierno socialdemócrata de Mitterand emprendió nuevas nacionalizaciones aunque más adelante se vio obligado a un repliegue en este campo.
Por su parte Inglaterra fue el país del capitalismo desarrollado que siguió a Francia en la política socializadora. De cierta participación del Estado en la vida económica, como lo fue el monopolio sobre determinadas importaciones, pasó, a partir de 1945 y por iniciativa del Partido Laborista (socialdemócrata) en el poder, al traslado hacia la propiedad estatal de los sectores económicos esenciales. Así, fueron nacionalizados el Banco de Inglaterra, la aviación civil, la industria carbonífera, las comunicaciones por cable e inalámbricas, el ferrocarril (incluyendo los hoteles explotados por las antiguas compañías ferroviarias), los muelles, las vías de agua interiores, el transporte londinense, el suministro de algodón en bruto, la industria eléctrica, la del gas y la del hierro y del acero.
La llegada al poder del gobierno neoliberal de Margaret Thatcher en 1979 retrotrajo el tradicionalismo británico en materia de administración estatal.
De cualquier manera, desde el punto de vista del grado de realización de la nacionalización, Francia e Inglaterra se situaron en su momento, entre las democracias populares de Europa Oriental y el mundo liberal.
Sin embargo, Estados Unidos, un representante destacado del liberalismo no se sustrajo tampoco a los aires socializadores. En 1933 el presidente Roosevelt constituyó la Tennessee Valley Authoruty, una empresa para el cultivo del valle del río Tennessee y sus afluentes, así como para el desarrollo de la energía eléctrica. Con sus cerca de 105000 Km2 que abarcaba el territorio de siete estados, fue considerada por lo menos como una de las empresas más grandes del mundo (Katzarov, 1963, pp.66-67).
Hoy, pese a las recomendaciones neoliberales, el Pentágono y la iniciativa privada se distribuyen a partes iguales el capital de la empresa Sematech la cual posee el 45% del mercado mundial de semiconductores (Melazzi, 1995)
En realidad fue después de la segunda guerra mundial que las nacionalizaciones tuvieron su mayor auge. Ningún continente estuvo ajeno a ellas.
En tal sentido, la experiencia del desarrollo no capitalista en el tercer mundo tuvo con posterioridad a ese hecho bélico numerosos ejemplos socializadores, siendo el Egipto de Nasser, que llegó a tener bajo propiedad estatal el 85% de la producción industrial, el caso políticamente más relevante (Solodóvnikov y Bogoslovski, 1975).
En lo que respecta a la etapa prerevolucionaria cubana, ésta tuvo pocos ejemplos de propiedad estatal en la esfera económica. El conocido caso de las intervenciones del Ministro de Gobernación Antonio Guiteras, un destacado revolucionario, sobre dos centrales azucareros y la Compañía Cubana de Electricidad en 1933 y 1934, respectivamente, fueron provisionales y no afectaron la propiedad de dichas empresas norteamericanas.
Es significativo que no obstante admitirse en la Constitución de 1940 la propiedad del Estado en la actividad económica, con posterioridad a esa fecha sólo fueron hallados por el autor el caso del Banco Nacional de Cuba, fundado en 1950 con preponderancia accionista del Estado (Zuaznabar, 1986); el de los viejos buques mercantes comprados por el gobierno y entregados en arriendo a particulares después de la Segunda Guerra Mundial (Zuaznabar, 1986), el de los Ferrocarriles Occidentales de Cuba S.A., que en los años 50 tenía sus acciones distribuidas de tal manera que el Estado poseía el 58% de las mismas (Zanetti y García, 1987); en de las centrales azucareros "Limones" y "Purio", administrados por la Universidad de La Habana y el municipio de Calabazar de Sagua, respectivamente; así como la finca San Rafael, dirigida por la misma entidad docente (Ayala, 1978).
Un último caso interesante es el de la "Comisión Ejecutiva Nacional de Cooperativas Agrícolas y Mineras" (CENCAM), un organismo paraestatal creado en 1954 parra arrendar equipos a los pequeños agricultores y mineros cubanos cuyos recursos y escala productiva impedían la compra de tan necesarios medios (Cámara de Representantes, 1957).
Al pasar revista a lo acontecido en materia de nacionalizaciones en el mundo no socialista, todo parece indicar que su etapa de convivencia con la gestión estatal clásica pasó sin dudas su mejor momento. Lo cierto es que en general su actividad fue ineficiente como ya venía siéndolo en el socialismo conocido y, aunque la administración del Estado no ha desaparecido del todo del escenario capitalista, la ausencia de alternativas acreditadas ofreció la consecuente oportunidad a la carta neoliberal, la última de los que no imaginan el mundo de otro modo.
Crisis similares en contextos diferentes
En un pasaje del prólogo a la "Contribución a la Crítica de la Economía Política" en el cual no se ha reparado lo suficiente a la luz actual, Carlos Marx basado en sus análisis históricos, había observado que las revoluciones sociales se producían cuando las relaciones de propiedad, de forma de desarrollo de las fuerzas productivas, se convierten en su traba (Marx, s.a., (c), p.183).
De aceptarse esto, y si entendemos los cambios políticos y sobre todo los de propiedad ocurridos hace menos de una década en la mayoría de los países socialistas como equivalentes a revoluciones sociales, por extraviadas que se comporten, entonces es necesario investigar qué motivó que la forma en que se expresó esa propiedad social obstaculizara a tal punto el desarrollo de las fuerzas productivas en el socialismo real.
Evidentemente Mijail Gorbachov nunca tuvo la solución para ese problema crucial y según reveló Vitali Vorotnikov, su colega del Buró Político, el líder soviético propuso en una reunión de ese órgano el 21 de julio de 1988,ya avanzada la perestroika, algo que a mi juicio, por ser teóricamente posible, debió ser previo a ella y a cuanto proceso de transformación se llevó a cabo dentro del mundo del socialismo practicado: "poner al descubierto el verdadero contenido del concepto de propiedad socialista y propiedad cooperativa" (Vorotnikov, 1995). Con semejante vacío teórico en cuanto a la propiedad socialista no podía consolidarse la perestroika ni ningún otro tipo de renovación en estos países.
Si asumimos que una de las principales vías mediante la cual se puede expresar una coherente articulación entre fuerzas productivas y relaciones de propiedad, lo es una sistemática elevación de la productividad social medible, entre otras formas, por la dinámica y naturaleza de la competitividad del sistema empresarial correspondiente, entonces habría que convenir en que decenas de intentos anteriores fracasaron, mientras que los actuales, háblase de Vietnam, china o Cuba, dejan todavía mucho que desear en cuanto a tales resultados.
También en el mundo capitalista ocurrió algo similar que abrió paso al neoliberalismo. Investigaciones realizadas en ese contexto corroboraron esta problemática. Así, por ejemplo, el economista norteamericano T. Borgherding determinó que las empresas estatales en los países capitalistas son alrededor de dos veces más ineficientes que las de otro tipo de propiedad, lo cual denominó como la regla especial de la "duplicidad burocrática". El alemán E. Hamer llegó a las mismas conclusiones en estudios realizados sobre su país e Inglaterra (Tiagunenko, 1991). Aunque ha de señalarse que pueden encontrarse casos por estudiar de empresas del Estado que apuntan en otra dirección.
Sin embargo, en cuanto a funcionamiento se refiere, muchas fórmulas fueron aplicadas por el capitalismo. Una de ellas, tal vez la más eficiente, fue el mecanismo de acciones compartidas con la propiedad privada o método de empresas mixtas, utilizado en la Cuba pre-revolucionaria y más recientemente en la llamada "economía emergente" cubana.
Hay que subrayar que el instrumento de las acciones fue la solución que encontró el capitalismo para, entre otras cosas, diseminar la propiedad y hacer frente a la socialización que promulgaba, aunque conceptualmente incompleta, la izquierda más radical, fundamentalmente desde el siglo XIX.
Pero el mecanismo accionario no debe ser considerado ni mucho menos como una especie de receta milagrosa para los casos de frustración empresarial estatal. Incluso, existen ejemplos de empresas estatales donde el estado es el único accionista, cuando este es un recurso para compartir la propiedad. La doctrina francesa ha considerado, con mucha lógica, tal proceder como una contradicción y ha declarado nulos tales casos (Katzarov, 1963. P.333).
De cualquier forma, si se alcanzan los factores humanos comunes a ambos modos político- económicos de funcionamiento, resaltan dos a resolver que a juicio de este autor están estrechamente vinculados.
a. Una parte variable de las decisiones de corte empresarial clásico, estratégicas y operativas, se toman en los órganos estatales superiores, lo cual afecta el protagonismo y la necesaria autorrealización humana de los productores directos.
b. El círculo de personas que componen la totalidad o porción compartida de la administración empresarial estatal está formado por asalariados, hecho que revela un incompleto sentimiento de pertenencia. Ya se sabe que los dueños no perciben sueldo.
De cómo empezar a abordar tanto estas cuestiones, como las trabas fundamentales que la propiedad estatal conocida puso al desarrollo de las fuerzas productivas, trata el resto del presente estudio, el cual retoma para ello el hilo conductor marxista.
HACIA UNA NUEVA CONCEPTUALIZACION SOCIALISTA DEL ESTADO - EMPRESARIO
· Breve recapitulación teórica acerca del Estado.
¿Qué es y como se originó el Estado?
En su obra "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado", Federico Engels demostró que durante un largo proceso histórico de desarrollo y disolución de la gens (Grupo de descendencia común unido por ciertas instituciones sociales y religiosas que forman una comunidad particular), la cual fue destruida por la división del trabajo que parceló a su vez la sociedad en propietarios y desposeídos, surgió el Estado esa forma organizativa - institucional del poder político en las naciones.
Los fundadores del marxismo hicieron énfasis en que el estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de clase y que el poder lo ejerce la clase económica dominante. Sin embargo insistieron que en determinada fase de desarrollo productivo, la existencia de las clases deja de ser una necesidad para convertirse en un obstáculo para la producción.
La misma lógica les llevó a que la eliminación gradual de las clases, lo que lleva implícito una determinada forma organizativa en la economía, provoque no sólo la unión del trabajo desde el punto de vista de la propiedad, sino la paulatina obsolescencia del Estado.
El marxismo y la extinción antineoliberal del Estado socialista.
Una de las cuestiones que salta a la vista al contraponer la teoría y la práctica del socialismo conocido, es que, sin entrar a analizar en qué fase concreta del desarrollo de la producción la existencia de las clases se hace innecesaria, en realidad, con la supuesta eliminación o minimización de las clases en los países socialistas, el Estado creció en ellos. Así, por ejemplo, cuando se desarrollaba una nueva rama productiva se creaba, como forma de administración, el ministerio correspondiente.
En el caso de Cuba, si en 1957 bajo la organización capitalista existían cuatro ministerios u organismos estatales vinculados a la esfera de la producción material, hoy a pesar de la racionalización del año 1994 funcionan todavía más de 10. ( En 1957: Consejo Nacional de Economía, los Ministerios de Agricultura y Obras Públicas y el Instituto Nacional de Pesca. En 1996: Ministerio de Economía y Planificación, de la Agricultura, Azúcar, Construcción, Industria Pesquera, Industria Básica, Industria Sideromecánica, Industria Ligera, Industria Alimenticia e Industria de Materiales de Construcción. Sin embargo, otros órganos estatales, no incluidos en esta última lista, desempeñan también actividades productivas distintas de su misión fundamental. Igualmente, todos por lo general poseen instalaciones productivas y de servicios, como imprentas y talleres, que se crearon por el pobre desarrollo de las relaciones económicas horizontales entre las entidades.)
Al producirse el necesario distanciamiento científico, en relación con ese tipo de práctica, es obvio que por esa vía no se podía alcanzar una reducción gradual del Estado con todo su aparato burocrático, sino exactamente lo contrario.
El radical planteamiento de Marx "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina (se refiere al Estado N. Del autor), en vez de destrozarla" (Marx, s.a., (a ), p.170),que asombraría hoy no sólo al más acérrimo neoliberal, no encontró en contraposición a la anarquía la solución debida más de un siglo después de realizado. El propio Lenin consideró sobre la observación de Marx que "Esta conclusión es lo principal, lo fundamental, en la teoría del marxismo acerca del Estado" (Lenin, s.a., pp 27-28) lo cual le separa estratégicamente de la estatización stalinista que tanto penetró en los procesos revolucionarios de este siglo.
En la misma obra, Lenin, partiendo de Marx y Engels, fundamentó que, aunque es un proceso largo, "el Estado proletario comienza a extinguirse inmediatamente después de su triunfo" (Lenin, s.a., p. 28), lo que dice mucho de las concepciones posteriores sobre este aspecto, del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Pero ¿qué organización armónica y cómo sustituiría gradualmente al Estado proletar(Parte 2 )io que a su vez destruyó y reemplazó al Estado anárquico capitalista?
- Producción sin burocratismo
Para Marx una "corporación de trabajo" (Marx, s.a., ( b )p.298) del tipo de la que debió ser la efímera, por inexperta, "Comuna de París ", es la que debía extenderse y negar al aparato del Estado burgués en sus dos componentes clásicos y más característicos: la burocracia y el ejército permanente. Sin embargo, considerando la actual coyuntura política internacional que aún impone a los países de orientación socialista, como el caso cubano, que el pueblo armado, relevo del ejército burgués, continúe destinando valiosos recursos a la actividad militar, el presente acápite se centrará en las formas organizativas de la producción que contribuirían a prescindir paulatinamente del protagonismo de la burocracia estatal en la esfera productiva, en realidad un problema pendiente de solución.
En tal sentido, deben traerse a colación las condiciones teóricas de partida, poco divulgadas por cierto, que los fundadores del marxismo alcanzaron a vislumbrar para la primera fase de la sociedad comunista, las que se enriquecen con los aportes organizativos ulteriores de la producción capitalista más avanzada.
Marx, de nuevo examinando había fundamentado el proyecto para sustituir al sistema capitalista, en base a que "sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista" (Marx, s.a., ( b ) pp.301-302).(La guerra civil en Francia) Analicemos los términos que se han resaltado. La idea de que la célula básica de este sistema organizativo fuera la "sociedad cooperativa" se sustenta por Marx en "El Capital", utilizando, a partir de la realidad social y hacia el futuro, las leyes de la dialéctica desarrolladas por Hegel, el cual las aplicaba como leyes de pensamiento sólo al pasado, deteniéndose en el Estado como cima de la evolución social.
"El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción y por lo tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo" (Marx,1983, ( a ), p.700)(El Capital T.1)
En la interacción de las tres leyes de la dialéctica marxista, la negación de la negación en materia de propiedad representa la solución a la lucha interna, antagónica y fundamental en la sociedad capitalista entre sus contrarios dialécticos; el proletariado desposeído y sus explotadores. Dicha solución transcurre a través de la transformación de los cambios cuantitativos, dados por la multiplicación de la propiedad privada, en cualitativos, representados por la agrupación de muchos trabajadores en un proceso único de producción, lo cual crea una nueva fuerza productiva social. En correspondencia, "convertir la producción social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo" (Marx, 1973, p.82), sería el peldaño de desarrollo que relevaría al sistema capitalista. Sin embargo, aquí es necesario aclarar que coherentemente con el tipo de propiedad sustitutiva, el Estado de transición hacia la sociedad sin clases que habría de estructurarse según el "Manifiesto del Partido Comunista", es el del "proletariado organizado como clase dominante" (Marx y Engels, s.a. p.49)
Con la desaparición gradual de las clases también se haría paulatinamente superfluo el Estado, por lo que sólo durante el mencionado período de tránsito, más o menos prolongado en dependencias tanto del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, como de la correlación internacional de fuerzas, es que se pueden equiparar la propiedad estatal socialista y la propiedad social. Marx, al escribir sobre perspectivas de la propiedad social recalcaba que " el gran mérito del movimiento (se refiere al cooperativo. N del autor) en el capitalismo consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido por un sistema republicano y bienhechor de asociaciones de productores libres e iguales" (Marx, 1973, p.82)
Sin embargo, el que se plantee que las sociedades cooperativas, las cuales mantienen en el mundo de hoy un pleno éxito, estén "unidas" en un "sistema armónico", parte de la tendencia a la concentración de los medios de producción y a la socialización del trabajo que revelaron los fundadores en la gran producción capitalista, lo cual se expresa a través de las fusiones, absorciones y nuevas inversiones con relación a los procesos productivos únicos que se desarrollan dentro de las grandes sociedades por acciones o corporaciones desde entonces hasta la fecha. El haber definido Marx a la Comuna como una "corporación de trabajo" no hace sino continuar su línea de pensamientos en este sentido. Obsérvese que en una corporación no hacen falta componentes estatales como los ministerios y los derivados de la división político-administrativa.
Es por ello que desde el punto de vista metodológico tiene tanta importancia para la actualización del conocimiento marxista el encontrar y seguir el camino que, con posterioridad a los clásicos, dejaron abierto las gigantescas corporaciones y conglomerados capitalistas en materia de organización productiva de sus planteles fabriles.
El primer gran aporte de dichas organizaciones en este sentido ocurrió en los años 50 con la llamada "Dirección por objetivos". En realidad, no fueron debidamente teorizados para la causa del socialismo científico los recursos organizativos que generó ese método, el cual fue motivado por la imperiosa necesidad de descentralizar decisiones en los procesos productivos de las corporaciones.
El incremento sostenido en el número de fábricas mediante los procesos particulares de socialización de las sociedades por acciones, llevó al agobio a las direcciones de estas últimas debido a las tantas y disímiles cuestiones que se acumulan en sus agendas. Entre los numerosos asuntos de detalle, lo fundamental, la dirección estratégica de las compañías, se hacía cada vez más difícil.
La historia dejó un importante ejemplo de esta situación. En la propia década de los 50 de la experiencia de una corporación innovadora, la "General Electric", surgió con más nitidez tal vez que en ninguna otra corporación norteamericana un principio organizativo sencillo adaptado a ella, pero que se venía gestando en Estados Unidos: centralizar los objetivos generales de carácter cualitativo debían ser dominados por los que ocupaban puestos directivos y orgánicos en la "General Electric" para que actuaran descentralizadamente. En otras palabras, debían interiorizar qué quería la compañía y en correspondencia tomar decisiones independientes.
Las demás corporaciones norteamericanas aunque con matices distintos, también trasladaron importantes decisiones hacia sus niveles inferiores.
Posteriormente, como respuesta al desafío descentralizador de Norteamérica, los capitalistas japoneses crearon otro: ofrecieron a las agrupaciones de obreros un mayor protagonismo, a partir de lo cual Japón alcanzó resultados productivos impresionantes.
La propia compañía "General Electric" y otras, en la tarea de dinamizar a sus empleados y transformar actitudes, tienen en el presente muy en cuenta la experiencia japonesa, por lo que, sin que se haya hecho explícito, algunos elementos del cooperativismo (ver los libros "La teoría Z" de W. Ouchi y "La sociedad postcapitalista " de P. Drucker) cobran auge dentro de las gigantescas corporaciones capitalistas. Sus propias estrategias de desburocratización son claves en todo ello.
En consecuencia ha cambiado la estructura de las compañías organizadas antes piramidalmente. En la actualidad adoptan la forma de "un conjunto flexible de sectores de actividades organizados de manera móvil en torno a un pequeño núcleo…también… piramidal" constituido por la dirección y los empleados de la sede (Gallín, 1995).
Desde otro ángulo, el proceso centralizador - descentralizador puede explicarse también funcionalmente. Hoy en las corporaciones capitalistas se descentraliza lo operativo, lo táctico, que fundamentalmente está referido a los asuntos de ventas, servicios, personal y relaciones públicas. Mientras, se centralizan los asuntos estratégicos como o las finanzas, la investigación - desarrollo y la planificación a largo plazo ("Hombre Internacional", 1993,Gabiña, 1995).
Explorados estos aspectos organizativos, es desde muchos puntos de vista importante crear una visión general de lo que pudiera ser una inédita organización productiva socialista ajena a los corsés burocráticos conocidos. Ella le faltó y le falta al socialismo y a la izquierda en general. En tal sentido, la organización mencionada puede definirse como el sistema económico altamente tecnificado, conformado por sociedades o empresas cooperativas unidas ramalmente , en vez de por ministerios como en el socialismo practicado, por corporaciones de actividades homogéneas aisladas del presupuesto nacional, donde tanto las funciones operativas de las entidades de base, como las estratégicas de las sedes, estén descentralizadas con respecto al núcleo coordinador del conglomerado a partir de objetivos generales socialmente aprobados.