18/11/2015
Esta nota se escribe faltando pocos días para la 2ª vuelta de las elecciones presidenciales argentinas. Y se nos ocurrió reflexionar sobre un aspecto que nos parece un punto en común  con nuestra realidad.
¿Cómo se presenta esta coyuntura en el país vecino? Todos sabemos del fulgurante ascenso  de Mauricio Macri, representante auténtico de la moderna derecha en su versión argentina.
Ni por asomo se trata de un trueno en cielo sereno. Ya hace casi una década que gobierna la ciudad de Buenos Aires. Ahora, en la 1ª vuelta, además de respirarle en la nuca al candidato oficialista, su fuerza política triunfó nada menos que en la provincia de Buenos Aires, bastión peronista por excelencia.
Lo cierto es que a nadie extrañaría que finalmente triunfe-aunque no es seguro ni mucho menos- también en la 2ª vuelta, convirtiéndose en presidente de la República Argentina.
Veamos si podemos bosquejar las similitudes de este proceso con nuestra situación, asumiendo las profundas diferencias culturales que nos distinguen e identifican.

En 1er lugar, sólo unos meses atrás, eran muy pocos en Argentina que dudaban de la continuidad del kirchnerismo en el gobierno. Lo mismo sucedía a principios de año en las últimas elecciones nuestras, las cuales tuvieron su momento de suspenso y-porqué no-de susto de mamado (Lucía dixit), con el emergente Lacalle Pou. En este sentido apareció un fenómeno nuevo en la campaña: “Cerrarle el paso a la derecha”. Esto, con el triunfo del FA, fue lo que finalmente ocurrió, para lo cual confluyeron un conjunto de factores, no sólo éste de evitar una vuelta al pasado neoliberal.
Otra similitud que podemos observar está relacionada con cada fuerza política, es decir FA y Frente para la Victoria(kirchnerismo), sector predominante, hoy por hoy, en el peronismo.
Nos referimos a la política de cúpula, con estructuras cerradas que no permiten la participación. Claro está que a esta situación llegan por muy distintos caminos. En el caso del FPV, si bien hay una búsqueda de nuevas experiencias colectivas, especialmente en sectores juveniles, los hechos y decisiones políticas aún siguen concretándose en los estrechos círculos de la dirigencia.
Nuestra experiencia con el FA, en cambio, muestra un proceso casi inverso. Tras la eclosión de masas en sus orígenes y en la primavera pos dictadura, se dio un progresivo proceso de deterioro que desbalancearon el carácter de coalición y movimiento en detrimento de éste. Todo en el marco de profundos cambios en la correlación  de fuerzas interna que permitieron que hoy hegemonicen fuerzas -el llamado “progresismo”- que abandonando los principios fundacionales, se proponen gestionar un capitalismo “serio”.
La pérdida del gobierno por parte del FPV, si es que ocurre, tendría varias causas, no sólo la falta de participación popular orgánica (que no en actos de masas, donde siguen dándose las puebladas). Pero no es menor el peso de esta cuestión, pues es sabido que los procesos populares, a diferencia de los partidos de las clases dominantes, no pueden desarrollarse sin una amplia participación. Respecto a esto, es interesante lo que contaba en estos días el corresponsal de una radio en Buenos Aires. Decía que, luego de la 1ª vuelta, se empezó a dar en la capital y en varias ciudades de Argentina, movidas políticas de colectivos barriales militando por la candidatura de Scioli, pero totalmente inorgánicos, produciendo, ellos mismos los materiales (volantes, afiches, uso de las redes sociales, pintura, pasacalles, etc.)
En lo que tiene que ver con las carencias del proceso K en el sentido de profundizar, por no decir radicalizar la economía y las políticas sociales, es bueno recordar la frase de Néstor Kirchner: “A la izquierda nuestra sólo hay una pared”, en obvia referencia a la casi inexistente izquierda marxista clásica.
En este sentido, y volviendo a nuestro país, aunque parezca obvio, es bueno subrayar que si bien hay hoy en el FA una hegemonía del “progresismo”, siguen existiendo fuerzas políticas que se oponen al proyecto de éste e incluso, en términos cuantitativos no está claro si son minoritarias.
Esta realidad ha sido percibida hace ya algunos años por mucha gente en el FA que viene trabajando para un cambio de rumbo que retome las banderas del antiimperialismo, de participación, de transformaciones profundas, de liberación nacional.
Como todo proyecto de reconstrucción, y sabiendo que el retroceso ha sido muy importante, era claro que sería un proceso de mediano y largo plazo, pero ello no nos puede volver indiferentes ante cada coyuntura, que son como pruebas a superar en el camino. Por eso se generó un espacio que dio una gran batalla en las últimas elecciones en torno a la figura de Constanza Moreira, rica experiencia en la que apoyarnos-si sabemos extraer enseñanzas-para avanzar.
Pero las perspectivas a mediano plazo no parecen indicar un salto cualitativo. Veamos.
El desarrollo del espacio mencionado quedó momentáneamente suspendido en razón de que, tanto Casa Grande por un lado, como el PVP, Izquierda En Marcha y otros grupos, por otro, han constituido sus propios espacios.
En otras tiendas frenteamplistas se siguen instalando-por momentos accidentadamente-figuras presidenciales de “renovación”. Las más ostensibles, Daniel Martínez y Raúl Sendic, además de otros con perfil un poco más bajo. Pero no se necesita ser muy avispado para ver que todos son más de lo mismo.
¿Es que no hay figuras alternativas? Quizá sí, pero la pregunta correcta es ¿Hay un espacio político alternativo? Bueno, podríamos decir que hay un espacio a medio construir como esas obras que, por alguna razón, pasan mucho tiempo paralizadas. Pero, ¿Existen constructores para retomar la obra? Se podría decir que sí, pero el tiempo(el cronológico que, aunque es muy diferente del político, importa y mucho)sigue pasando y no se ve-ni se siente-  movimiento por ningún lado.
De no irrumpir, entonces, una súbita movida política, no resulta muy difícil describir el próximo escenario político  del Uruguay: Cuando las municiones con que las huestes de Lacalle Pou disparan sobre Sendic y Martínez se les terminen, éstos, luego de sacudirse un poco el polvo, se dispondrán a enzarzarse en la batalla de candidaturas con los alfiles astoristas (¿Vergara?¿Alvaro García?), vazquistas (¿Rossi?¿Blechner?) y mujiquistas (¿Pata Sánchez?¿Berterreche?).
Seguramente habrá quienes vuelvan a comprar lo de “con tal de cerrarle el paso a la derecha…” Pero entonces quizá ya no alcance.