Montevideo Uruguay, febrero de 2004.

Buscando como comenzar esta recopilación, descubrí, tratando de releer a Arismendi, estas  palabras del maestro Hugo, como le decíamos en el “mojón 301”:

“Podríamos decir que a lo largo de toda su historia se han puesto en boca de los comunistas afirmaciones, opiniones y definiciones que poco tienen que ver con la correcta versión de su doctrina.”(1)

Hemos leído relatos múltiples sobre la historia de estos últimos decenios, desde distintas posiciones políticas e ideológicas. Hemos escuchado los más diversos y deformados matices sobre nuestras ideas, actitudes y versiones de hechos que nos tuvieron como protagonistas.

 De ahí, la  necesidad de evocar, dar un espacio y  oportunidad a generaciones de comunistas que contribuyeron a crear, y son parte, del Uruguay del presente.

Hacer conocer las ideas  que sostuvimos, por nuestros propios dichos, no sólo por lo que otros dicen que somos o fuimos.

 Nada más alejado de una actitud sectaria, o de rebuscar en el pasado factores de división, sino ofrecer la visión de protagonistas de las luchas, que abrieron, para hoy, la perspectiva de un gobierno popular. Con firmeza, con convicción, estudiando la realidad y actuando sobre ella, con fuerza, presentes siempre, en el acierto o en el error.

“En algunas ocasiones el error es atribuible a  los propios comunistas, a interpretaciones deformadas. En la mayoría de los casos es la obra cuidadosa de todos los disfraces del anticomunismo” (1)

Para quienes estuvieron en la dura batalla económica, política, ideológica en la década del 60 y posteriormente, recogemos las palabras de Rodney Arismendi, cuando el recibimiento al poeta español, Marcos Ana:

 “No somos una secta ni un grupo escogido de conspiradores.  Nacemos de la clase obrera y el pueblo, somos, pues, hombres sencillos y alegres, amamos el pan y el vino, la alegría de vivir, las mujeres y los niños, la paz y la mano cordial del amigo, la guitarra y los cantos, las estrellas y las flores “

 y más adelante:

“…amamos el oscuro heroísmo del trabajo revolucionario de todos los días, y no tememos por eso el otro trabajo, cuando toca, de vencer la tortura, las balas o la muerte”

No pensamos que siempre actuáramos con acierto, pero es exagerado plantear que siempre nos equivocamos, o servíamos de agentes de Moscú,  o bajo  intereses extraños que nadie comprendía.

En esta historia llena de heroísmos individuales  y colectivos, es bueno saber que no todos fuimos tan heroicos, ni estuvimos exentos de errores. Deberíamos tener la misma pasión por la autocrítica, como nos enseñara Lenin:

“¡Lo que hace falta es tener conciencia de los defectos, cosa que en la labor revolucionaria equivale a subsanarlos en más de la mitad!" Lenin

 Vaya si tendrá razón!!!. Por ello, entonces, exhortamos a todos quienes tuvieron algo que ver con esta historia –mujeres, hombres,  los niños de entonces, sin exclusiones-. A llenar los infinitos capítulos, ahora  que la luz se ve al final del túnel, entre todos, el homenaje al heroísmo de aquellos que hoy no están, de las familias que resistían el terror fascista, alimentando a los presos con su heroísmo diario, su capacidad de resistencia y solidaridad, de los niños que vivieron ese terror y los vejámenes, sin saber por qué.

¡¡¡Pues los orientales viven otra vez la admirable alarma!!! Y pretenden hacer realidad  el sueño de Artigas, un gobierno, al fin, que ejecute su pensamiento y su programa,  "...de forma que los más infelices sean los más privilegiados.."

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 Estas palabras van, en primer término, a los amigos y compañeros, a aquellos con quienes en algún momento compartimos alegrías o penurias  y, sin excepción, en el mundo,  a todos los que sin habernos visto cara a cara, compartimos los mismos sueños de un mundo sin explotados ni explotadores, “la sociedad del pan y de las rosas”.

Espero sus críticas, sus aportes, sugerencias y demás. Sobre todo su opinión, para saber si esto es posible.

                                                           Ruben López